La medicina basada en la evidencia (MBE), después de 20 años en la brega, ha generado avances sustanciales en la metodología de la investigación y ha permitido distinguir con mayor claridad entre la bondad y la maldad de los tratamientos, identificar sesgos de todo orden e, incluso, evidenciar los conflictos de intereses entre investigación e industria. Un grupo de autores ingleses (The importance of values in EBM, Kelly MP 2016) cree, sin embargo, que, a pesar de los avances incontestables, la MBE ha puesto demasiado el foco en los aspectos técnicos y ha olvidado que los valores influyen, y de qué manera, en todas las fases de los procesos de la construcción de evidencias.
¿De qué hablamos cuando hablamos de valores?
La ciencia aspira a comprender el mundo tal como es, pero, por otro lado, los valores son lo que los humanos reflejamos sobre él. Visto así, el conflicto está servido y, por ello, la MBE debería aprender a navegar, mejor de como lo ha hecho hasta ahora, entre estas dos aguas. Según los autores del artículo citado, "Los valores siempre están ahí, lo queramos o no. Nuestras creencias, nuestras expectativas y nuestros ideales políticos nos provocan las emociones que nos hacen vibrar y llorar, son las lentes con las que vemos el mundo, las expectativas de futuro y la interpretación del pasado. Los científicos, a pesar de la apariencia de objetividad, cuando deciden cuál será la pregunta que moverá su nuevo proyecto, cuando eligen los métodos que utilizarán y como será la interpretación de los resultados, lo hacen bajo el filtro de sus propios valores, aunque a algunos, investidos de objetividad, les cueste reconocerlo".