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lunes, 17 de abril de 2017

El optimismo ancestral y la tormenta perfecta








El optimismo de los pacientes

Cuando las personas enfermamos, o tenemos miedo de hacerlo, por regla general confiamos en los médicos y, por extensión, en los sistemas sanitarios. ¿Pero lo hacemos más de la cuenta? Una revisión sistemática, elaborada por investigadores del Centre for Research in Evidence-Based Practice de la Universidad de Bond (Australia), a partir de 35 encuestas (27.323 pacientes en conjunto), concluye que el 88% de las personas sobreestiman los beneficios reales de las actuaciones clínicas, mientras que el 67% infravaloraron los efectos adversos.

Vean, por ejemplo, que las expectativas de las personas en la reducción del riesgo de morir por parte de los programas de prevención secundaria de los cánceres de mama, de próstata y de intestinos están muy por encima de los datos reales. La parte oscura de las barras corresponde al porcentaje de los encuestados que sobrestiman los beneficios de las respectivas pruebas preventivas, y las cruces de la derecha indican en cuales de ellas este porcentaje es igual o superior al 50%.




En el siguiente gráfico he elegido las expectativas de las personas en las complicaciones de las intervenciones de artroplastias de cadera y rodilla, la necesidad de una segunda intervención de cataratas y las probabilidades de no mejorar el dolor después de operarse de la espalda. La parte oscura representa el porcentaje de personas que creen que estos efectos no deseados, o adversos, pasan menos de lo que realmente se observa en la realidad. En las tres encuestas los porcentajes de optimistas han sido iguales o superiores al 50%.



El optimismo de los médicos

Los mismos autores han publicado otra revisión sistemática de 48 encuestas realizadas a un global de 13.011 médicos, de la que se deduce que sólo un 11% de los profesionales saben valorar, en su justa medida, los beneficios de las actividades clínicas preguntadas, mientras que un escaso 13% se muestran bien informados de los efectos adversos correspondientes. Del resto, casi un 80%, la mayoría opta, como los pacientes, por el optimismo, tanto en cuanto a los efectos positivos como a los negativos.

Para ilustrarlo, también he elegido, de la lista de encuestas, algunas que creo interesantes. En la siguiente se ve como la mayoría de los médicos sobrevaloran (franja oscura de las barras) la reducción de fracturas de fémur y de cáncer de colon debido al tratamiento hormonal sustitutorio (HRT), y la capacidad de los antibióticos para disminuir el dolor y la fiebre a las personas con amigdalitis o con otitis media aguda (AOM).



Y, por último, algunos ejemplos (sin gráfico porque la elección que he hecho se encuentra dispersa en la lista) sobre la opinión de los profesionales respecto a los efectos adversos. Resulta intrigante que más de la mitad de los médicos infravaloren la probabilidad de parálisis de los nervios recurrentes como consecuencia de las tiroidectomías subtotales, pero que también lo hagan del riesgo de morir como resultado de una prostatectomía transuretral o de los riesgos inherentes a las colonoscopias preventivas. Por otra parte, no deja de tener un aire ideológico que la mayoría de médicos sobrestiman los riesgos de hemorragia y de muerte de los abortos por aspiración.

La práctica clínica moderna sufre muchas tensiones -casi todas ellas en la dirección del sobrediagnóstico y del sobretratamiento-, entre las más conocidas, el clima consumista de la sociedad actual, la presión de la industria y la práctica de la medicina defensiva. Pero ahora resulta que la evidencia nos aporta un nuevo elemento: el optimismo disparatado de pacientes y médicos, el cual no hace más que empeorar las cosas. La tormenta perfecta.



Jordi Varela
Editor

2 comentarios:

  1. La tormenta perfecta se llama chaos en el Stacey diagram (http://www.gp-training.net/training/communication_skills/consultation/equipoise/complexity/stacey.htm)

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