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viernes, 20 de diciembre de 2019

Medir nuestra eficiencia: ¿qué tal andamos?








Aunque el concepto de eficiencia es fácil de entender si lo consideramos como el sistema que usa los recursos (inputs) para mejorar la salud de la población, no es tan fácil de medir como parece por los múltiples problemas metodológicos que surgen. La relación entre los inputs y los outcomes en el sector sanitario es compleja y está influida por múltiples factores externos al propio control del sector sanitario.

El grupo de expertos de evaluación del funcionamiento del sistema sanitario (HSPA Health System Performance Assessment) de la Unión Europea ha publicado recientemente un informe al respecto (1).




Define la eficiencia como el cociente entre los inputs del sistema (equipamientos, recursos…) y sus outputs (el número de pacientes tratados, por ejemplo) o sus outcomes (el número de años de vida ganados, por ejemplo). Los acepta los dos, pero advierte que usar los outputs como aproximación a los outcomes puede dar lugar a falsas interpretaciones. También destaca la importancia de diferenciar la eficiencia respecto al control de costes, dado que el control de costes solo se preocupa de reducir los inputs sin medir los outputs/outcomes que aquella reducción provoca.



En un sistema de salud, la eficiencia puede surgir por dos razones distintas, pero relacionadas. La eficiencia se materializa 1) cuando se podría producir el mismo resultado, o incluso mejor, consumiendo menos inputs, y 2) cuando los recursos se gastan en un mix de servicios que maximizan la salud de la sociedad en su conjunto (outcomes). Estas dos tipologías de eficiencias son convencionalmente citadas, respectivamente, como eficiencia técnica y eficiencia de asignación. La eficiencia de asignación se puede producir con carácter macro (prestar la atención en el servicio con mejor relación coste/efectividad) y con carácter micro (dando el tratamiento con mejor relación coste/efectividad). La idea de waste (derroche) de la OCDE está asociada a la noción de eficiencia técnica (2).

Se realiza una encuesta en los 29 países que forman parte del grupo de expertos, de los que contestan 22. La encuesta tan solo explora la eficiencia técnica, ya que la asignativa requeriría una información sobre el valor relativo de los outputs de los servicios que no se encuentra disponible en la mayoría de países investigados. La mitad de los que responden manifiestan no disponer de un sistema unificado para medir la eficiencia. De la otra mitad, el 40% aproximadamente responden que consideran la relación entre inputs y outputs intermedios, el 40% entre inputs y outcomes y el 20% restante considera las dos posibilidades anteriores. El 80% responden que el área hospitalaria es objeto de mediciones regulares, no tanto por estrategia como por falta de información de los otros ámbitos sanitarios como la atención primaria, la salud mental o la atención sociosanitaria. También se mide la eficiencia técnica en los hospitales por ser el ámbito funcional de mayor gasto. Los resultados muestran como, a pesar de que los países europeos sitúan como primera prioridad mejorar la eficiencia, la gran mayoría tiene verdaderos problemas a la hora de disponer de la metodología y los instrumentos necesarios para medirla. 

El informe presenta como ejemplo de evaluación de la eficiencia técnica la gestión de la demanda de la patología aguda, lo que requiere evaluar tres momentos del proceso: antes de la hospitalización, durante la estancia y después del alta, ampliando el espectro del análisis a otros ámbitos como la atención primaria y la atención sociosanitaria.

El informe de la OCDE insiste en la misma recomendación de ampliar el espectro al analizar el uso excesivo de los hospitales. Lo ejemplifica con el excesivo uso de los servicios de urgencias en patologías leves y el excesivo uso de los servicios de urgencias y hospitalarios en las patologías crónicas, ambos susceptibles de manejarse mejor en otros dispositivos. También lo ilustra con diferentes ejemplos de como determinados países de la OCDE han llevado a cabo estos cambios. 


Las recomendaciones que sugiere la lectura del informe de la OCDE son:

1. Es indispensable disponer de instrumentos más homogéneos de medida y evaluación de la eficiencia de los sistemas sanitarios que sirvan para orientar la toma de decisiones. 
2. Es peligroso tomar decisiones basadas en comparaciones y bench con outputs/outcomes no bien validados ni contextualizados.
3. Al analizar la eficiencia, en oposición al concepto de control de costes, es esencial ampliar el espectro del análisis a todos los servicios que tratan el proceso de atención. Esta fórmula permite además traspasar la frontera entre la eficacia técnica y la asignativa. 

Parece, por lo tanto, que la medida de la eficiencia está en un estadio aun muy inicial. Mejorar la información que sustenta la medición de la eficiencia es fundamental para apoyar el cambio. Por un lado, evitará políticas inadecuadas en su contra y, por otro, favorecerá la evaluación de los servicios con mayor precisión. También, finalmente, fomentará la conciencia de la población sobre qué significa obtener una buena atención de forma adecuada, aspecto muy necesario en nuestro país.


Bibliografía

1- EU. Report by the Expert Group on Health System Performance Assessment. TOOLS AND METHODOLOGIES TO ASSESS THE EFFICIENCY OF HEALTH CARE SERVICES IN EUROPE. 2019

2- OCDE. Tackling wasteful spending on health. 2017.

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