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viernes, 17 de enero de 2020

Una visión desde fuera




Querid@s amig@s:

Reconozco que les tengo envidia. Ustedes viven en el país más saludable del mundo. Lo saben, ¿no? Desde hace tiempo están entre los países con mejores sistemas de salud en los rankings. En 2019, España incluso superó a Italia. Revisando muchos informes y estudios comparativos, el resultado es consistente. ¡Cómo no voy a estar celosa! La verdad es que no quisiera ser frágil ni estar enferma en ningún otro país. 


Las estadísticas y mi ocupación profesional –soy salubrista y consultora de políticas de salud– explican tan solo una parte del porqué de mi opinión. La otra parte es mi percepción personal, obviamente subjetiva, ya que también soy paciente. He vivido fuera de mi país natal, Alemania, durante varios años y he tenido que buscar asistencia médica en varios países. Cosas de la vida, desde un fuerte dolor de un diente en Estonia hasta un accidente de coche en Mallorca, desde una bursitis en Cuba hasta exámenes regulares de prevención en Boston y California, entre otras cosas.

Ya ven por donde voy. He estado hospitalizada en España y fue una experiencia muy positiva para mí, representativa del buen funcionamiento de su sistema. Además de una cirugía perfecta en el brazo derecho, lo que me impresionó mucho comparado con Alemania fue el trato tan humano y empático recibido por parte de todos los profesionales que se ocuparon de mí, incluso cuando me encontraba recién accidentada, con dolor y en estado de shock. ¿Por qué lo estoy mencionando? Es posible que les parezca obvio. A mí, en cambio, me sigue llamando la atención que, efectivamente, existan sistemas sanitarios con prestación de servicios orientados hacia el paciente y sin fines de lucro. Esto en mi país no es tan obvio. Así que cada vez que me invitan a conocer sus centros de salud y/o hospitales, vaya donde vaya en España, me da envidia. La cercanía de la atención primaria y la asistencia social siempre me admira, por conveniente y por lo lógico que es que haya trabajo coordinado, multiprofesional y en equipo. En Alemania, en cambio, esto no existe. 

(Yendo al médico en Alemania me he tenido que justificar por las heridas sufridas en un accidente de bicicleta, culpa de otro ciclista. Es posible que, pese a estar llorando de dolor, no te admitan en la consulta del médico durante el horario de atención. ¿Te duele la espalda?  ¡Bah!, aguántese.  ¿Es usted ya paciente?  Pues aquí no aceptamos nuevos pacientes, le podríamos dar cita en tres meses. Fragmentación de los servicios médicos, nula coordinación entre médicos de cabecera y especialistas u otros profesionales del sector, muy escasa utilización de e-Health, cero intercambio electrónico y sistema de emergencias disfuncional (las ambulancias dan vueltas porque los hospitales están llenos). ¿Es esto correcto? No. ¿Tiene remedio? Hoy por hoy, no)

Un ejemplo. De visita en Málaga, hace unos meses, me tropecé con uno de esto centros sociosanitarios. Curiosa, entré y empecé a estudiar los tablones de información y de educación en el hall. Me llamaron mucho la atención. No eran info-ads esponsorizados por empresas farmacéuticas, sino carteles e infografías diseñados por expertos en salud pública. Sin publicidad, esencialmente informativos y fáciles de entender, incluso graciosos. Abarcaban una gama de temas muy amplia: como protegerse contra la gripe, de la violencia doméstica (y donde denunciarla), acerca de la importancia de las vacunas infantiles o como prevenir que el abuelito se pierda en uno de sus paseos poniéndole una pulsera de geolocalización. ¡Este último gadget, de verdad, me encantó por su utilidad y por la negatividad de otras alternativas! En Alemania, por contraste, ese abuelo algo olvidadizo o ya algo demente se encontraría encerrado en casa o en un hogar de ancianos, donde, escaseando personal y empatía, le administrarían sedantes o lo atarían a la cama. ¡Esta sería la alternativa!

Making the right things easy to do

Otro ejemplo. Conversando con un amigo médico de Madrid me enteré de un plan marco de política sanitaria sobre buena gobernanza sanitaria regional que incluía estrategias y medidas de promoción y prevención novedosas. Ya había notado, en mis exploraciones turístico-gastronómicas, que en los restaurantes de la ciudad había una tendencia creciente a la comida sana, porciones de tamaño normal, no XXL, más verduras y menos fritos. Como me explicó mi amigo, mis observaciones y otras recomendaciones formaban parte de toda una estrategia de salud pública, ahora congelada por falta de apoyo político. El programa preveía también hacer obligatorio tanto el jarro con agua del grifo gratuita sobre la mesa como la oferta de fruta del tiempo en el menú de postres. En Alemania, ni programa ni plan.

Y otra envidia, ¡sus piscinas públicas! Viajando por trabajo o por placer, al llegar lo primero que hago es averiguar dónde se encuentra la piscina pública más cercana. Las hay en todas las ciudades y con horarios envidiables desde la mañana hasta tarde por la noche, sin restricciones. Son bellas, limpias, bien cuidadas, con o sin gimnasio y/o sauna. En Alemania, en cambio, el público general tiene acceso limitado a las mismas, los horarios son erráticos e irregulares y el mantenimiento escaso. 

Sin estrategias de entorno saludable y de promoción de la salud, sin políticas de salud pública, no es sorprendente que muchas personas no se muevan mucho, entre otras razones para no comer mal y demasiado. Esto y las deficiencias de gestión ya descritas hacen que el sistema de salud en Alemania, a pesar del gasto elevado y de la amplia oferta de hospitales y médicos, no alcance más que un lugar mediocre en el ranking de países saludables, porque existe una alta prevalencia de enfermedades crónicas y una expectativa de vida poco halagüeña. 

En definitiva, desde aquí les envidio su sistema sanitario nacional por coherente, funcional y accesible. Les envidio que en España exista un sólido entendimiento en cuanto a que el servicio sanitario sea eso, ante todo un servicio y no un negocio. Un “contrato social” que es la base, quizá la premisa, de una atención global y humana al enfermo, a la persona mayor, a la familia, todos ellos con requerimientos diferenciados. Dicho esto, sé que no todo funciona a la perfección, que faltan recursos, que su distribución genera debates y conflictos. Aún así, no dejan de impresionarme sus indicadores y sus profesionales.

Bueno, seguiré soñando con mudarme a España cuando sea mayor… 

Saludos cordiales desde Berlín (y con envidia).


Para seguir leyendo: 
  • Highest life expectancy in the EU: Spain Tops Italy: Bloomberg Healthiest Countries Index 2019
  • OECD España Perfil Sanitario del País, noviembre 2019 
  • Highest Longevity: By 2040, Spain is expected to have the highest life span in the world (Institute for Health Metrics and Evaluation, University of Washington)
  • Comprehensive primary care by public providers ranging from preventive services to children, women and elderly patients, and acute and chronic care: European Observatory on Health Systems and Policies / IACS / SESPAS: Spain Health System Review 2018
  • Las ventajas de la comida mediterránea sana se publicaron en el NEJM: Estruch et al., PredimedStudy: Primary Prevention of Cardiovascular Disease with a Mediterranean Diet Supplemented with Extra-Virgin Olive Oil or Nuts. NEJM 2018
  • Entorno y políticas saludables: Libro Blanco de la Sanidad Madrid 2011 

3 comentarios:

  1. Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.

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  2. es oportuno aclarar que esta informacion fue publicada por Bloomberg By Lee J Miller
    and Wei Lu, el 24 de febrero de 2019 11:00 ART
    gracias

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  3. Es necesario aclarar que muchas de esas medidas se consiguen a expensas de un personal sanitario sobrecargado y mal pagado, y que existe un abuso del sistema dada su accesibilidad

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