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viernes, 22 de mayo de 2020

Una sonrisa marca la diferencia





@captain_wolf82
Esta pandemia ha sido y es una dura experiencia para cualquiera de nosotros. En primer lugar porque nos enfrentábamos a una enfermedad desconocida, y eso lo sabíamos los profesionales y los pacientes. En segundo lugar, porque la sensación de caos, de miedo y de falta de material era evidente en los primeros momentos de la pandemia en muchos hospitales, y eso lo sufríamos los profesionales y los pacientes. Y, por último, porque los pacientes debían estar aislados, sin recibir visitas de familiares y amigos, y además su único contacto eran los profesionales a los que no podían reconocer debido a los trajes de protección: gafas, mascarillas, batas, gorros, guantes..., y eso lo vivíamos los profesionales y los pacientes.


Las palabras “positivo” y “neumonía” aterrorizan a cualquiera que las escuche y si les sumamos los síntomas de la enfermedad y las condiciones de aislamiento, la situación de estrés se multiplica. El psicólogo iraní Albert Mehrabian, profesor emérito de la Universidad de California UCLA, publicó en 1972 un estudio sobre comunicación no verbal conocido como la Regla de Mehrabian 7-38-55. Dicho estudio revela que en la mayoría de mensajes interpersonales, el 7% de los mismos está constituido por el lenguaje verbal, las palabras; el 38% por los factores vocales, es decir, el tono de voz, el ritmo, el volumen, y el resto, el 55% restante, por el lenguaje no verbal, la expresión facial. 

A día de hoy no tenemos estudios que verifiquen que los pacientes de COVID-19 han sufrido mayor estrés por el hecho de no poder reconocer a los profesionales que los tratan, pero es fácil imaginar que los niveles de endorfinas de los enfermos no habrán mejorado al no poder reconocer ni tan solo una sonrisa en todo su ingreso.

Algunos profesionales han optado por escribir mensajes de ánimo para los pacientes en sus trajes, pero los del Hospital Scrippy Mercy de San Diego decidieron dar un paso más, una solución sencilla: colgarse una fotografía de su propia cara en los equipos de protección individual (EPI). Esta iniciativa fue idea de un terapeuta respiratorio que la compartió en su cuenta de Instagram captain_wolf82 con un mensaje sincero y empático. Y surtió efecto. Muchos centros de distintos países como Argentina, Rusia, Irlanda y España han seguido el ejemplo.

“Una sonrisa tranquilizadora marca la diferencia para alguien que está asustado”, escribió Robertino Rodríguez en su red social y colgó una fotografía plastificada sonriendo en su EPI. 

Siempre hay una manera fácil de mejorar la experiencia del paciente, de humanizar, y les aseguro que tranquiliza saber qué cara ocultan los profesionales debajo de su máscara. 

Quizás por eso a mí siempre me gustó Superman…





Médico de familia. Gestora Sanitaria

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