Páginas

viernes, 17 de junio de 2016

Necesitamos una pecera



El psicólogo americano Barry Schwartz a quien se puede leer con frecuencia en The New York Times o escuchar en las conferencias TED (Technology, Entertainment, Design) nos hace reflexionar sobre la paradoja de elegir. Su exposición empieza con lo que denomina el "dogma oficial" de todas las sociedades industriales occidentales, que dice así: "Si estamos interesados en maximizar el bienestar de nuestros ciudadanos, la manera de hacerlo es maximizar la libertad individual". La razón de esto es que la libertad en sí misma es buena, valiosa, loable y esencial para los seres humanos: "si la gente tiene libertad, cada uno de nosotros puede actuar por su cuenta para hacer cosas que maximizarán nuestro bienestar y nadie tendrá que decidir en nuestro nombre. La forma de maximizar la libertad es maximizar la elección: cuántas más posibilidades tenga la gente, más libertad y a su vez mayor bienestar tendrá".




Este concepto también aplica a los servicios de salud con la transferencia de responsabilidad al paciente a la hora de elegir alternativas terapéuticas, tanto en entornos de mercado libre, como el americano, como en sistemas nacionales de salud, como el inglés o el español.

Lo bueno de tener maximizada la capacidad de elección es conocido por todos, pero ¿qué hay de lo malo? Schwartz destaca los siguientes efectos negativos:
  1. Parálisis. Con tantas opciones a elegir, la gente encuentra simplemente difícil hacer la elección y se produce una parálisis como consecuencia de tener demasiadas alternativas.
  2. Reducción de la satisfacción. La amplitud de posibilidades que tenemos, hace que el coste de oportunidad de cada decisión sea muy alto, es decir, el acto de elegir conlleva dejar de elegir otras opciones y ello hace que siempre nos preguntemos si realmente acertamos tomando la decisión que tomamos.
  3. Aumento de las expectativas y decepción. Nuestras expectativas sobre el resultado aumentan con el número de alternativas, ya que la lógica nos dice que si podemos elegir entre varias opciones alguna tiene que ajustarse a nosotros a la perfección y el problema emerge cuando este ajuste no se produce. 
Schwartz, mostrando una pecera, se pregunta: "¿Qué sabe este pez? Nada es posible en esta pecera... Imaginación pobre y visión miope del mundo: esa es la forma en que lo leí la primera vez... Pero cuánto más lo pienso, más me acerco a la opinión de que este pez sabe algo... Porque si rompes esta pecera para que todo sea posible, no tienes libertad, incrementas la parálisis y disminuyes la satisfacción. Todos necesitamos una pecera aunque ciertamente esta es muy limitada, quizás incluso para el pez... pero la ausencia de pecera es una receta para la miseria, y quizás para el desastre".

No hay comentarios:

Publicar un comentario