La atención primaria, en medio de la estepa

The river (Ozen, E. Baigazin, 2018) fue una de las obras más destacadas del Festival de Cine de Autor (D'A 2019) celebrado recientemente. Cinco chicos, vestidos con ropa de saco, trabajan incansablemente siguiendo las órdenes del padre en una remota área de Kazajistán. Al mayor se le atribuye la responsabilidad de que las tareas de todos se realicen, pero si el padre queda descontento aplica castigos físicos violentos a aquellos que no han hecho bien el trabajo y, a la vez, desmoraliza al heredero por su falta de liderazgo. El director del film retrata al grupo con una fotografía admirable al tiempo que la puesta en escena, muy precisa, recoge los movimientos coreográficos de los cinco hermanos trabajando o yendo a divertirse al río, lejos de la zona de poder del padre. Una película sin duda alegórica, que lleva a pensar en una población sometida a una dictadura paterna que quiere empujar a los “súbditos” hacia una determinada dirección, negándoles cualquier autonomía y enfrentándolos al dilema entre el mantenimiento de los trabajos tradicionales y la modernidad, encarnada en un primo rico equipado con segway, tablet y videojuegos. 

Pero, más allá de la historia concreta o de la metáfora sobre el pueblo kazako, a mí me hizo pensar en la situación de nuestra atención primaria. Tenemos un conjunto de profesionales habituados a realizar unas tareas mecánicas pero también obligados a hacerlas según la norma “ancestral”. Equipos interdisciplinares que se llevan tan bien como los hermanos de Ozen, pero con una relación frágil que puede estallar ante la presión de ver en el espejo todo lo que les falta. Y líderes cuestionados por los responsables de haberlos designado, sintiéndose mal al ser desautorizados y sufriendo por el malestar de los compañeros. A fin de cuentas, no estamos en la estepa pero el paisaje de nuestra primaria empieza a ser desolador. Es necesario que los equipos se beneficien de las novedades y no que estas tan solo les generen ansiedad. Hay que dar apoyo a su unidad. Y, sobre todo, hay que apoyar a los líderes favoreciendo la autonomía de gestión, en vez de limitarlos o desautorizarlos.