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viernes, 3 de julio de 2020

Detección y abordaje de la soledad y el aislamiento social en la práctica clínica







Nota de los editores: Este post fue publicado el 6 de marzo, pero debido al avance de la epidemia que se vivía en aquel momento, creemos que no mereció la atención habitual de nuestros lectores, por lo que hemos decidido darle una segunda oportunidad.

Que la soledad y el aislamiento son importantes determinantes de salud, asociados a numerosos resultados adversos en este campo, está demostrado, e incluso resumido, en agradables charlas TED.




Sin embargo, ¿has visto alguna vez, hasta ahora, que uno de los diagnósticos o de los problemas activos de un paciente, en su historia clínica o en el informe de alta, incluya alguno de estos factores? En todo caso, cuando trabajamos en un contexto interdisciplinar, como afortunadamente lo es la geriatría, la trabajadora social ha efectuado anotaciones sobre la estructura familiar, la red de cuidadores u otros aspectos del apoyo social.

Un reciente artículo publicado en la revista Journal of the American Geriatrics Society por el grupo de geriatras de la Universidad de California, San Francisco (UCSF), propone, finalmente, un abordaje práctico para evaluar y mitigar la soledad y el aislamiento en las personas de edad, traduciendo el título al pie de la letra, que se dirige a un público muy transversal de profesionales sanitarios para que lo incorporen a su práctica. El artículo sigue una estructura muy lineal. En primer lugar clarifica los conceptos:
  • ¿Qué es la soledad? La sensación subjetiva de estar solo (aislamiento percibido). O el sufrimiento debido a la discrepancia entre las relaciones sociales ideales y percibidas.
  • ¿Qué es el aislamiento social? La falta absoluta o casi absoluta de contactos con la sociedad. Se refiere al número cuantificable de relaciones.
  • ¿Qué es la conectividad social? Un constructo multifactorial que representa aspectos estructurales (p. ej. : dimensión de la red social, estado civil), funcionales (p. ej. : apoyo social percibido) y de calidad (p. ej. : positivos o negativos) de las relaciones sociales. En una escala creciente, el aislamiento, la soledad y unas relaciones dificultosas serían ejemplos de escasa conectividad social.

En segundo lugar, proporciona una serie de acciones prácticas que tendrían que realizar los profesionales sanitarios en contacto con una persona mayor:
  1. No tengas la presunción de quien está o no está solo.
  2. Considera la posibilidad de efectuar un cribado utilizando escalas cortas y validadas, como la “ 3-items loneliness screen” o la escala recomendada por la IOM “Berkman-Syme Social Network Index”, y refléjalo en la historia clínica electrónica. Añado que, como no estoy al corriente de la validación de estas escalas en nuestro entorno, la escala “Este II”, traducida al castellano, tiene en cuenta las relaciones sociales, incluidas las virtuales (vía internet, chat, etc.).
  3. Piensa cómo y por qué una persona puede estar aislada o sentirse sola y centra tus consejos en los mecanismos. Por ejemplo, si el abordaje es incrementar las oportunidades de interacciones o apoyo social, dale prescripciones cuantificables y medibles. 
  4. Pregunta al paciente cuál piensa que podría ser una respuesta a su aislamiento o su soledad y familiarízate con algunos de los programas comunitarios y con los recursos para las personas mayores de tu área. Diferentes instituciones públicas o webs pueden ser una ayuda y un punto de partida. En Cataluña, la atención primaria de salud suele estar bastante familiarizada con estos aspectos.
  5. Da voz a las necesidades de tus pacientes mayores y reivindica políticas que apoyen la integración de los servicios sanitarios y sociales, puesto que los factores de riesgo social ejercen un impacto claro en la salud y, finalmente, en los costes del sistema sanitario. 

En tercer lugar, sugiere posibles intervenciones enmarcadas en los objetivos que persigas:
  1. Incrementar las habilidades sociales (p. ej. : psicoterapia).
  2. Mejorar el apoyo social (dependiendo de qué necesita el paciente): acompañamiento por parte de voluntarios, participación en grupos de conversación (incluso chat), teleasistencia, etc.
  3. Incrementar las oportunidades de interacción social. Por ejemplo, proveer al paciente de un audífono o de un mapa de los recursos comunitarios donde pueda crear relaciones o abordar barreras como el transporte. 
  4. Afrontar una posible conducta social disadaptativa, que ha demostrado beneficiarse de los tratamientos cognitivo-conductuales, aunque puedan ser más complejos y caros para el paciente. 
Es verdad que nos faltan herramientas. Habitualmente, yo mismo, ante un paciente con demencia, sé o sabría qué hacer desde el punto de vista farmacológico o de intervenciones no farmacológicas (promover la actividad física, modificar la dieta, etc.), pero pese a saberlo me encuentro frustrado, en muchos casos, porque sé que estas no son las principales medidas que hay que adoptar con el paciente y que, además, no se podrán implementar correctamente si no se mejoran primero las relaciones sociales y el apoyo social. Aun contando con la colaboración proactiva de las trabajadoras sociales, a menudo no disponemos de suficientes instrumentos para revertir situaciones de soledad o aislamiento, incluso, a veces, no percibidas por la persona afectada. Estas herramientas también tienen que prever, aparte del kit del profesional que nos propone UCSF, más atención a las políticas públicas y más inversión que sirva para dar soluciones a una multiplicidad de situaciones que requieren un recurso social.

En definitiva, este artículo y la metodología de trabajo que propone constituyen un ejemplo de como contextualizar el llamamiento a unificar el abordaje de la soledad no deseada que efectuaba la reconocida geriatra Linda Fried en una carta publicada recientemente por The Lancet.

Ahora solo falta que, en medio de nuestros códigos diagnósticos y de la lista de trabajo por problemas, empecemos a declarar la soledad no deseada y el aislamiento social y a diseñar, a su vez, el plan de intervención interdisciplinar. En un momento en que, por otras razones epidemiológicas, el riesgo es acabar en cuarentena y aislados, quiero concluir con un título de The New York Times de hace un par de años: “¡Larga vida a las amistades!”.

Post relacionado: "La soledad, uno de los grandes problemas de hacerse mayor".

3 comentarios:

  1. Interesante artículo de reflexión sobre el aislamiento y la soledad, un factor de riesgo y de complejidad añadida en los mayores, pero también en toda la sociedad. La esperanza de vida es cada vez mayor, pero no así la calidad de vida y el disfrute de la misma. Hacia donde vamos como sociedad? Debemos invertir para vivir más, o la meta ahora debería ser vivir mejor? Debemos no medicalizar tanto e invertir más en mejorar el estilo de vida. Más paseos por el bosque, más conversaciones cara a cara, y más vínculos afectivos.

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  3. Uno de los grandes debates asociados al cambio-transformación socio-demográfico a la IV Revolución industrial y digital se caracteriza por el envejecimiento, la vejez y las nuevas formas de pobreza.
    En Este contexto y escenario la salud pública y privada no aporta mucho al diagnóstico, evaluación y seguimiento de necesidades médicas y no médicas de la complejidad acumulada asociada al envejecimiento, las ECNT y las grandes desigualdades co-creadas por la falta de empleabilidad, desempleo, precarización laboral y salarial asociada a la falta de herramientas intervención no farmacológicas por los profesionales de la salud en general. Lo cual desnuda y muestra que el perfil actual y futuro de los profesionales de la salud no responde a las demandas complejas de los nuevos consumidores de los servicios de salud y social de un sistema disociado culturalmente, económicamente y profesional. Y esto requiere un cambio de conductas que generen la transformación necesaria personal para el trabajo transdisciplinario de la salud en tiempos de vejez con pobreza sin fronteras. En este escenario los gerontólogos intervencionista reunimos el perfil conductual y profesional para responder a la complejidad que demanda el nuevo milenio y los nuevos sistemas de salud integrados para responder en este caso a la soledad no deseada que compromete el gasto de la salud publica y privada por su impacto multidimensional en todas las edades en general y en particular en las personas de 50 años y más.
    Carlos Gil Galvez, director médico de la RED LATINOAMERICANA DE GERONTOLOGÍA CLÍNICA Y SOCIAL. LINKEDIN.

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