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lunes, 18 de abril de 2022

Por una estrategia comunitaria de los programas de salud mental

Jordi Varela
Editor





Cuando el psiquiatra Franco Basaglia consiguió que el parlamento italiano aprobara en 1978 la ley que ordenó el desmantelamiento de todos los manicomios de ese país, el ejemplo se difundió por todas partes y dio pie a un período cargado de incertidumbres, ya que un asunto era acabar con las instituciones represoras y el otro muy distinto construir alternativas terapéuticas efectivas. Por este motivo, cuatro décadas después de la acción heroica de Basaglia, me ha parecido oportuno observar cuáles son las tendencias que proponen ciertos organismos internacionales, gobiernos y entidades, en la línea de avanzar, de forma más decidida, hacia unos servicios de salud mental fuertemente arraigados en sus comunidades.

Para elaborar la lista sintética de recomendaciones he revisado "Comprehensive Mental Health. Action Plan 2013-2030" de la OMS, "Joint Action on Mental Health and Well-being" de la Comisión Europea, además de los programas de los gobiernos inglés y francés, las propuestas de una asociación canadiense de salud mental y los de una agencia de innovación clínica australiana.

De la revisión documental se deduce la importancia que toma la intervención intersectorial en cualquier proyecto de promoción de la salud mental. Por otra parte, las actividades de promoción de la salud mental conllevan la creación de condiciones individuales, sociales y del entorno que permitan un óptimo desarrollo psicológico y psicofisiológico para mejorar la calidad de vida de los ciudadanos. Según las publicaciones consultadas y, a pesar de las dificultades de demostrar evidencias fuertes, todo apunta a que las aproximaciones comunitarias serían más efectivas que las individuales en la reducción de la incidencia de la depresión, la ansiedad, el estrés y los trastornos conductuales.

A continuación se recoge, en una lista sintética de 12 puntos, las diversas recomendaciones observadas, todas ellas en la línea de una visión comunitaria, global y transversal de la salud mental:
  1. Apoyar políticas que promuevan el bienestar, como las de vivienda social, con especial atención a los derechos de los enfermos mentales.
  2. Fomentar la inclusión social de colectivos excluidos como los migrantes y las personas que viven en la pobreza extrema y sin hogar.
  3. Promover los derechos, oportunidades y atención de las personas con trastornos mentales y desarrollar reformas legislativas y campañas contra la discriminación y el estigma.
  4. Llevar a cabo programas de prevención de la violencia, haciendo hincapié en los malos tratos y en las alternativas a la contención, la sujeción y el aislamiento.
  5. Desarrollar programas de promoción de la salud mental en diferentes ámbitos sensibles, como los grupos vulnerables, la escuela, el trabajo y el entorno perinatal; cuidando la prevención de la depresión y el suicidio.
  6. Crear redes colaborativas (o mejor integradas) con otros servicios comunitarios como la atención primaria de salud y los servicios sociales territoriales, mediante la potenciación del trabajo en equipo multidisciplinar.
  7. Ofrecer servicios accesibles y continuados para las situaciones de crisis y hacerlo de forma ajustada a las necesidades de cada territorio, procurando resolver los problemas, siempre que sea posible, en el propio entorno comunitario.
  8. Desarrollar servicios domiciliarios alternativos a la hospitalización con tratamientos asertivos, rehabilitación en el domicilio y reinserción laboral.
  9. Ofrecer servicios de salud mental especializados para determinados colectivos con necesidades específicas como los perinatales, la infancia, la adolescencia compleja, las personas mayores vulnerables y las ingresadas en residencias.
  10. Fomentar las prácticas basadas en la evidencia, la evaluación, la innovación y la investigación.
  11. Dar voz a los pacientes y a sus familias, y de animarlos a participar en el diseño, en la implementación y en la evaluación de los servicios de salud mental, además de potenciar programas de apoyo entre iguales.
  12. Desarrollar la historia clínica y social compartida a todos los niveles e invertir en transformación digital también en el sector de la salud mental, con el fin de que no se quede al margen de la innovación global.
Si hemos tenido el coraje de cerrar los manicomios represores, ahora debemos tenerlo para desplegar unos servicios de salud mental abocados a la comunidad e integrados en los activos existentes en cada territorio, no vaya a ser que se nos ocurra imitar el hospital-centrismo y la fragmentación imperantes en los modelos generales de provisión de servicios de salud.

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