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viernes, 10 de julio de 2020

Las expectativas en salud influyen en el resultado







Nota de los editores: Este post fue publicado el 13 de marzo, pero debido al avance de la epidemia que se vivía en aquel momento, creemos que no mereció la atención habitual de nuestros lectores, por lo que hemos decidido darle una segunda oportunidad.


En la búsqueda de la mujer perfecta, Pigmalión se enamoró de su estatua Galatea. Tal era su deseo, según cuenta Ovidio en Las metamorfosis, que la estatua se convirtió en humana. Cuando se produce el efecto Pigmalión, las expectativas que tenemos influyen de tal manera en nuestro comportamiento que nuestra propia forma de actuar es precisamente la que provoca el resultado esperado.  Nuestras propias creencias influyen también en otras personas y de esta manera buscamos que nuestras expectativas sean ciertas y se hagan realidad con conductas que tiendan a confirmarlas. Este efecto también se conoce con el nombre de "profecía autocumplida" y significa que haremos todo lo posible para que aquello que creemos que sucederá, finalmente se haga realidad.

Una reciente revisión en The New England Journal of Medicine refleja el efecto que ejercen las  expectativas positivas (efecto placebo) y negativas (efecto nocebo) en los resultados de salud. Estos efectos ocurren en todos los contextos, tanto en clínica e investigación como en tratamientos activos y con placebos, en el proceso del consentimiento informado y en las campañas de salud pública. El efecto placebo causa resultados positivos y el nocebo resultados perjudiciales y peligrosos. La relación entre el paciente y el profesional de la salud influye mucho en la probabilidad de que aparezca el efecto placebo o de que se notifiquen efectos secundarios. La confianza en el clínico y una relación positiva, con comunicación abierta, entre el paciente y el profesional, han demostrado la reducción de efectos adversos.

Pacientes con catarros comunes que perciben a sus médicos como empáticos refieren síntomas menos severos y de menor duración que aquellos que los definen como personas frías y distantes; a su vez, cuando esta relación es buena, aparecen niveles reducidos de marcadores inflamatorios como la interleucina-8 y del recuento de neutrófilos. Por lo tanto, una manera de aprovechar el efecto placebo de manera no paternalista sería explicar los resultados de un tratamiento de forma realista y positiva. Las expectativas positivas aumentan la respuesta a tratamientos como la lidocaína tópica, el diazepam, la estimulación cerebral profunda, la acupuntura o incluso intervenciones quirúrgicas. Con respecto a las expectativas de los clínicos, un estudio comparó el efecto del tratamiento analgésico frente al de un placebo después de una extracción dental, demostrando que el conocimiento, por parte del médico, de que el paciente estaba recibiendo el analgésico y no el placebo se asociaba a que este expresara mayor alivio del dolor.  

Por el contrario, una información expresada de forma preocupante o acompañada de alarma social, creencias erróneas, expectativas pesimistas, experiencias negativas previas o presión del entorno puede provocar efectos secundarios o reducir los beneficios de cualquier tipo de tratamiento, así como aumentar el riesgo de que aparezcan efectos secundarios inespecíficos (intermitentes, idiosincráticos, no dependientes de la dosis y no reproducibles). Estos efectos secundarios conducen a falta de adherencia al tratamiento o a su abandono y llevan al paciente a buscar alternativas en otros campos. Todas estas consecuencias podrían atribuirse al efecto nocebo. Si a la hora de explicar el resultado esperado de un tratamiento se menciona la proporción de pacientes que no tienen efectos secundarios en lugar de la proporción de los que sí los tienen, se reduce la incidencia de tales efectos.

Por último, es necesario considerar otras consecuencias graves que pueden producir los efectos mencionados en un paciente que reciba un tratamiento o sea sometido a una prueba diagnóstica o intervención que no necesita, en ambos casos debido a expectativas desmesuradas y no realistas acerca de sus resultados. De esta forma se maximiza la creencia sobre los potenciales beneficios de dichos tratamientos o pruebas y se minimizan las consecuencias negativas de los mismos. Los efectos placebo y nocebo existen, tienen una fuerte base neurobiológica y social, y su conocimiento y manejo deben ser tenidos en cuenta en cualquier ámbito asistencial.

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