Josep M. Picas
Argumentum ad judicium
The New Yorker. Il·lustración de Bianca Bagnarelli |
Sin ánimo de generalizar, creo pertinente comentar mi experiencia personal. Al principio de la pandemia ‒en los momentos de mayor emotividad y con una elevada dosis de lógica improvisación‒ se me ofreció la oportunidad de colaborar, en calidad de médico jubilado voluntario, en el seguimiento de pacientes que habían rellenado el aplicativo Stop COVID-19 del Departamento de Salud de Cataluña. A través del SEM (Servicio de Emergencias Médicas), cada profesional recibía cada día un listado de 20 pacientes seleccionados sobre la base de las respuestas al cuestionario del aplicativo y que habían manifestado signos sugestivos de infección por COVID-19.