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viernes, 24 de diciembre de 2021

El sex appeal del sector salud

Josep Mª Monguet
Pereza colectiva



En los entornos financieros se ha consolidado la visión de la salud como un terreno fértil para invertir en innovación y obtener buenos rendimientos. De hecho, la inversión en startups de salud, a pesar de los riesgos inherentes, se ha ido duplicando cada año y desde hace tiempo. Este fuerte atractivo de la innovación en salud se explica por la convergencia de varios fenómenos:

Cómo es lógico, esta agitación invita a apostar por el talento innovador si se demuestra capaz de llegar a crear valor con potencial de mercado. Entre los múltiples ámbitos de innovación en salud destacan los basados en tecnologías digitales y en la aplicación de la inteligencia artificial y en España ya hay un número significativo de iniciativas de éxito.

Inversores, líderes del sector salud e incluso empresas no sanitarias aprovechan el momento para apoyar a los emprendedores a un ritmo sin precedentes y consideran el tiempo un factor determinante. El ecosistema para apoyar a las startups ha contado tradicionalmente con incubadoras que ofrecían apoyo y servicios a las nuevas empresas y con inversores ángel o de capital riesgo que aportaban financiación. Pero ahora las aceleradoras y las fábricas de startups son organizaciones que se dedican a conseguir que las buenas ideas puedan llegar al mercado cuanto antes. El tema fue tratado en el blog hace un tiempo.

Observando los casos de éxito se puede considerar que la aceleración de una startup de salud se desarrolla en cuatro estadios y que no se pasa al estadio siguiente sin un éxito total en el anterior:

1. Conciencia previa de la idea. Todo empieza con la visión de una idea con potencial por parte de profesionales de la salud emprendedores asociados a partners que los complementan en los campos técnico y comercial. Es el resultado del conocimiento y la experiencia acumulados y de las relaciones de confianza creadas con el tiempo.

2. Formalización de la idea en la aceleradora. La idea toma forma gradualmente hasta convertirse en una propuesta factible y con un modelo de negocio viable capaz de convencer a los inversores. Con el apoyo y la mentoría adecuados se puede tardar entre dos y seis meses hasta poder realizar una buena “demo” de la idea.

3. Primer prototipo con el apoyo de inversores iniciales. Una inversión inicial permite desarrollar la idea para progresar con pruebas de concepto, prototipos y ensayos, dependiendo del tipo de innovación. En general, entre seis meses y un año, según el tipo de proyecto, hasta llegar a poner en funcionamiento el modelo de negocio previsto.

4. Activación y crecimiento de la empresa. Cuando la propuesta ha demostrado su viabilidad se producen rondas de inversión consecutivas para permitir que la empresa alcance la escala que le corresponde. El periodo es variable y la clave es reforzar el equipo humano para afrontar el crecimiento y consolidación de la empresa.

Por último, la empresa encuentra su propio espacio en el mercado, a menudo siendo adquirida o pasando a entrar en la órbita de una empresa mayor. 

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