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viernes, 4 de febrero de 2022

El futuro de la salud y el talento gestor necesario

Alexandre Lourenço
Lusitania




El hospital de hoy es el resultado de la evolución y desarrollo tecnológico acontecido durante la segunda mitad del siglo XX. Durante los últimos 70 años, estas nuevas catedrales se han convertido en lugares centrales en nuestras vidas. Allí nacemos, también acudimos cuando nos sucede algo grave y, finalmente, en algunos casos morimos. Los hospitales han cambiado y han alargado nuestras vidas.

Sin embargo, las necesidades sociales actuales son sustancialmente diferentes de aquellas que había en el pasado. El envejecimiento poblacional y la multimorbilidad aparejada, las expectativas crecientes de la ciudadanía, las restricciones fiscales de un contexto de lento crecimiento económico, la aparición y reaparición de enfermedades infecciosas y la sociedad digital imponen nuevos e importantes retos a un sistema sanitario estructuralmente rígido y fragmentado. Estamos en un sistema que se ha mostrado incapaz de promover la salud y prevenir la enfermedad, eliminar la variabilidad e inequidad en su acceso y proveer una atención integrada basada en las necesidades de las personas. 

La pandemia no ha ayudado a resolver ninguno de estos retos y ha creado algún otro más. Tal vez, una de las lecciones que hemos aprendido es que es posible realizar cambios rápidos en circunstancias adversas. Dada la dimensión de todos estos retos, podemos elegir entre ignorar la necesidad del cambio o prepararnos para la transformación. Muchos aún insisten en las soluciones del pasado, prometiendo más recursos financieros, hospitales más grandes, con más médicos, sin percatarse de que ese modelo se ha vuelto obsoleto. 

La burocracia pública y profesional limita el cambio, la implicación de pacientes y profesionales, se resiste al cambio y perpetúa el status quo. Las nuevas fórmulas de gestión de corte neoliberal no han sabido aprovechar esta oportunidad y han infravalorado el valor del profesionalismo y las necesidades de los pacientes y sus familias. Ya sea la lucha por la autonomía técnica o el rigor procedimental de unas o la gestión del tiempo y los volúmenes de otras, ninguna da una respuesta globalmente convincente.

El futuro de la salud será mejor si conseguimos un nuevo modelo de gestión sanitaria con las siguientes características:
  1. Orientado a la prevención y a la salud poblacional.
  2. Dirigido a los resultados y no a las actividades.
  3. Que desarrolle una atención integrada y coherente.
  4. Con hospitales y centros de salud sostenibles, flexibles y accesibles.
  5. Especializado en medicina personalizada y de precisión.
  6. Que utilice al máximo el potencial del big data, la genómica y la inteligencia artificial. 
En Europa, la sanidad es el sector económico con más proyección. Su éxito implica el compromiso de promover la investigación, el desarrollo y la innovación para mejorar la salud, el empleo y el bienestar. En definitiva, para mantener y proteger nuestro modo de vida. 
 
Sin embargo, la brecha entre el talento y las habilidades necesarias para la transformación del sector y las capacidades de los cuadros de gestión en activo está creciendo. Modelar el entorno sanitario y transformarlo de manera exitosa requiere la valentía de todos los agentes implicados, pero principalmente de aquellos con capacidad de decisión para la acción transformadora. Resulta imprescindible explorar e innovar los modelos de organización para ir más allá de los productos, servicios y tecnologías tradicionales. 

Necesitamos líderes que tengan el valor de adoptar esta nueva visión de la salud, afrontar los retos de hacerla realidad y transformar las organizaciones sanitarias para crear un nuevo espacio de salud reconocible y admirable. 

Nota. Este año, el lema de la conferencia anual de EHMA, la asociación europea de gestión de la salud, es “De las personas a los sistemas: liderazgo para un futuro sostenible”. También organiza este semestre una serie de workshops con el objetivo de dotar a los gestores de la salud de la visión y competencias necesarias para gestionar sistemas de salud resilientes y capaces de avanzar en la atención sanitaria basada en valor. 

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