Josep Vidal-Alaball
Communitas
Para la redacció de este post, Josep Vidal-Alaball ha compartido autoría con Anna Maria Bonet Esteve y Aïna Fuster Casanovas.
Los sistemas de salud siempre se han orientado más a la enfermedad que al paciente. De forma paternalista, se ha gestionado la medicación del paciente indicándole lo que tiene que tomar y cómo lo tienen que hacer. ¿Qué consecuencias ha tenido esto? Incomodidad en aquellos pacientes a los que no les sienta bien la medicación, con la consiguiente interrupción del tratamiento y la frustración de los profesionales al no obtener resultados, además del elevado coste asociado al sistema sanitario. El perfil social de la población catalana se caracteriza por el envejecimiento progresivo y, por lo tanto, por un aumento de la patología crónica y las comorbilidades asociadas. La atención sanitaria fragmentada entre los múltiples proveedores de salud del sistema puede complicar unos tratamientos ya complejos per se. En un contexto de medicalización excesiva de la vida cotidiana por el uso del medicamento como uno de los principales recursos terapéuticos en la provisión de asistencia sanitaria, aparece la necesidad imperativa de cambiar el modelo de gestión paternalista para promover una atención donde se tenga en cuenta a todos los stakeholders (1)(2).