Joan Escarrabill nos ha ofrecido esta temporada cuatro miradas laterales que podrían bien representar cuatro virtudes profesionales: aspiración, excelencia, moderación y confianza.
La inaugural “Queremos ir a la luna” afirma las razones por las que ahora debemos prestar especial atención al reto social de la cronicidad.
La inaugural “Queremos ir a la luna” afirma las razones por las que ahora debemos prestar especial atención al reto social de la cronicidad.
En la emotiva “Nunca tocaré el violoncelo como lo hacía Jacqueline du Pré” se cubre entre melodías la aspiración por dar lo mejor de sí en nuestro quehacer diario y de la mano de Gladwell se nos desvela un secreto para lograrlo.
La tercera mirada vino inspirada por la poetisa Maria Mercè Marçal. En “Incubaba el huevo de la muerte blanca” se abordan los límites de la digitalización en la profesión de cuidar.
Finalmente, en “Los hombres (de mi generación) no lloramos” se trata con cierta ironía intergeneracional del irresoluble debate entre privacidad y transparencia.