Cada vez que hay una crisis sanitaria, evidentemente no de las características de la de ahora, se genera una respuesta reactiva dirigida a aumentar la inversión en lo que se cree que ha fallado. Pongamos el ejemplo de cuando cada invierno se colapsan las urgencias a causa de la correspondiente epidemia de gripe, entonces la prensa y la opinión pública reclaman más camas hospitalarias y tienen razón, ya que en ese momento seguro que son necesarias, pero a parte de abrir temporalmente más plantas de hospitalización, la pregunta que deberíamos hacernos cada invierno es si no se habría podido prevenir el colapso con unos servicios comunitarios más intensos y efectivos.
Páginas
▼
lunes, 27 de abril de 2020
viernes, 24 de abril de 2020
La peste del hombre es pensar que sabe
El titular es una cita de los ensayos de Montaigne (1) |
miércoles, 22 de abril de 2020
Trabajando para aportar alegría a nuestra tarea
Foto de @MireiaSansC |
En estos tiempos de pandemia, con las dificultades a las que nos enfrentamos los trabajadores de la salud, llama la atención que The Institute for Healthcare Improvement (IHI) publique una entrada en su blog abordando la importancia de la alegría en el trabajo durante la pandemia.
Este es un momento en el que se ha modificado notablemente nuestra forma de trabajar con los pacientes y sus familias. Convivimos con protocolos diariamente cambiantes, la organización y la cultura en los hospitales se han transformado en 24 horas y hemos tenido que adaptarnos rápidamente. Hemos perdido gran parte del contacto físico y la cercanía a las personas. Sufrimos además nuestras propias inquietudes y la repercusión que la labor sanitaria que ejercemos pueda tener en nuestros familiares. Nos preocupa también la salud de los compañeros de trabajo. Somos testigos de la virulencia de esta enfermedad, que se ceba en los mayores y aísla a los pacientes, no solamente confinados en sus domicilios sino también en las salas de los hospitales. Vivimos una época en la que el profesionalismo se manifiesta en su forma más destacada: “Personas cualificadas que ponen los intereses de aquellos a quienes sirven por encima de sus propios intereses”.
¿Es posible entonces hablar de alegría, o ello será considerado como una falta de sensibilidad o de tacto? Para el IHI, la alegría en el trabajo no es sinónimo de fiesta. Hablar de alegría es cultivar en nosotros mismos, en los trabajadores de la salud, un sentido de propósito compartido, un significado de lo que hacemos y, además, sentir que nos realizamos con ello. Como señala el IHI, esto es particularmente importante ahora porque al desgaste que ya padecíamos los profesionales se unen los efectos del estrés, la frustración, las largas horas de trabajo, el miedo y el riesgo sin precedentes al que nos enfrentamos durante la pandemia.
La magnitud de esta enfermedad obliga a las organizaciones a pensar de manera diferente sobre la entrega que requieren a los profesionales y la presión bajo la cual debemos trabajar, identificando de forma individual la tolerancia de cada uno. Y concretando también lo que esperan de nosotros. El IHI sugiere que no hay mejor forma de hacerlo que preguntar directamente a los trabajadores qué es lo que más nos importa. Esta pregunta, aparentemente simple, puede constituir el inicio de la puesta en marcha de una estrategia poderosa. Algunas personas pueden tener preocupaciones comprensibles sobre su seguridad o su falta de seguridad. Otras es posible que se preocupen de aspectos relativos a la conciliación familiar o sobre cómo pueden ser más útiles en sus tareas profesionales. Las instituciones deben hacer un esfuerzo para ayudarlas a todas ellas a abordar estos problemas de una forma que probablemente no se ha tenido suficientemente en cuenta hasta ahora.
Esta crisis está poniendo de manifiesto nuestro potencial como trabajadores de la salud, pero también nuestras limitaciones. La alegría en el trabajo puede aumentar nuestra fuerza en la atención sanitaria en momentos de estrés extremo. Para ello el IHI sugiere diferentes acciones:
a) Los líderes deben compartir tiempo con los profesionales de primera línea, valorando los desafíos a los que se enfrentan, ayudando a eliminar barreras, reconociendo esfuerzos y empujando todos en una misma dirección: brindar la mejor atención posible a los pacientes.
b) Los profesionales sanitarios debemos cultivar nuestra resiliencia individual y encontrar el significado de lo que hacemos, que no es más que asegurarnos de que nuestro trabajo marca diferencias en la vida de los pacientes y los compañeros.
c) Todos debemos apoyar modelos organizativos que fomenten el trabajo en equipo. De ello dan ejemplo las redes sociales con numerosos testimonios de profesionales de diferentes especialidades trabajando codo a codo con un mismo objetivo. Las capillitas, en particular en los hospitales, parecen haber ampliado sus límites, oportunidad que no deberíamos desaprovechar en el presente y el futuro de la asistencia sanitaria.
d) Las instituciones deben crear y fomentar la seguridad psicológica de sus profesionales. Es decir, facilitar que cualquiera pueda hacer preguntas, comentarios, críticas, exponer ideas innovadoras... sin ser percibido como incompetente, negativo o particularmente disruptivo.
Los sistemas sanitarios de todo el mundo están puestos a prueba. En un momento en que sería más fácil concentrarnos en nuestros problemas, una corriente de generosidad ha permitido compartir y desarrollar respuestas y navegar juntos en estos tiempos difíciles. La agilidad de nuestras organizaciones ha quedado ampliamente demostrada. Es momento de que los trabajadores de la salud y las instituciones aprovechemos las fortalezas demostradas para aportar alegría a nuestra tarea y ofrecer una atención sanitaria cada vez mejor a las actuales y futuras generaciones.
Internista. Servicio de Medicina del Hospital San Juan de Dios del Aljarafe
lunes, 20 de abril de 2020
La importancia de los aplausos
La epidemia de COVID-19 se ha convertido en el gran estresor de nuestros tiempos. Particularmente porque se trata de una nueva infección viral desconocida hasta el momento, que no tiene vacuna y que solo puede tratarse por ahora de manera sintomática. Ya existen estudios publicados en los que se demuestran los elevados niveles de ansiedad en los profesionales sanitarios y en la población general que han aparecido en epidemias infecciosas previas o en otros lugares del mundo afectados antes por esta pandemia, como China. Los profesionales que están en primera línea, para prevenir el contagio, usan además complejos e incómodos equipos de protección individual (trajes impermeables, mascarillas, gafas y guantes, entre otros), y su uso prolongado es cuando menos incómodo y puede ser también una causa de estrés adicional en el trabajo. Ante esta gran amenaza, la autoeficacia influye en la capacidad de respuesta y de afrontamiento del estrés.
viernes, 17 de abril de 2020
Innovación en urgencias: un circuito interno de teleconsulta
La situación de riesgo que vivimos debido a la pandemia COVID-19 nos obliga a cambiar la organización funcional y los circuitos habituales para evitar que pacientes y profesionales padezcan una exposición innecesaria.
El Hospital de Poniente, en El Ejido (Almería), se puso en marcha desde el primer momento para articular mecanismos que permitieran, por una parte, minimizar el riesgo para pacientes y profesionales y, por otra, optimizar el uso de los equipos de protección individual (EPI).
miércoles, 15 de abril de 2020
Telemedicina y telemonitorización: teoría y práctica para la era del coronavirus
La definición básica de telemedicina es la que corresponde a su etimología: así es como se define la prestación de servicios médicos a distancia (del griego “tele”, distancia, y medicina). Esta definición es más amplia de lo que parece pues engloba tecnologías tradicionales que también serían telemedicina, como las campanas de aviso de la llegada de leprosos o las peticiones de recursos sanitarios y medicamentos por telégrafo con cable durante la Guerra de Secesión americana.
lunes, 13 de abril de 2020
Seis estrategias para una salida airosa de la crisis
Siempre he tenido como una máxima de mi vida rodearme de gente más inteligente que yo. Una vez más, los acontecimientos me han demostrado que eso es algo fundamental. Hace unos días, cuando leí el editorial de Fineberg en el NEJM, me pareció una de las muchas reflexiones inteligentes que se han publicado últimamente. Pero hasta que mi amigo Miguel Ángel no me hizo un comentario sobre el mismo no reparé en la enjundia que encerraba. Es posible que pueda parecer excesivamente simple. Puede que las indicaciones parezcan un tanto manidas en esta época de crisis en la que se ha demostrado que todos los españoles, además de un médico y un seleccionar nacional, llevamos dentro un epidemiólogo.
viernes, 10 de abril de 2020
¿Mascarillas para todos? Escasez de oferta, sesgos de comportamiento y políticas de salud pública
Nota de los editores. Este post fue publicado por José María Abellán, Blas Marín, David Jiménez-Gómez y Pedro Rey Biel, el pasado lunes en el blog "Nada es Gratis". Queremos agradecer a los autores su predisposición a compartir con nosotros este artículo.
Durante el pasado fin de semana hubo expectación sobre si nuestro gobierno y el de otros países iban a recomendar o incluso exigir el uso de mascarillas a la población en sus limitadas salidas al exterior. Aunque el gobierno español de momento no lo ha hecho, en países como Perú o Colombia se ha pasado a recomendar su uso, y en otros como Eslovaquia o la República Checa se ha hecho obligatorio, siguiendo la estela de China, donde ya lo era. Incluso las recomendaciones iniciales de la OMS están virando hacia fomentarlas, una vez se ha estimado que la transmisión presintomática es potencialmente considerable, que hay evidencia de contagio asintomático y que en muchos casos la enfermedad cursa de un modo tan leve que es “invisible” para el paciente y quienes le rodean. Además, aunque no exista evidencia causal definitiva, puesto que se tomaron muchas otras medidas a la vez (mayor aislamiento, disponibilidad de test rápidos), el uso de mascarillas se ha popularizado dado el relativo éxito de los países asiáticos en controlar la epidemia, donde por ejemplo en Hong Kong, más del 75% de la población adulta ya las estaba usando en el mes de enero.
Durante el pasado fin de semana hubo expectación sobre si nuestro gobierno y el de otros países iban a recomendar o incluso exigir el uso de mascarillas a la población en sus limitadas salidas al exterior. Aunque el gobierno español de momento no lo ha hecho, en países como Perú o Colombia se ha pasado a recomendar su uso, y en otros como Eslovaquia o la República Checa se ha hecho obligatorio, siguiendo la estela de China, donde ya lo era. Incluso las recomendaciones iniciales de la OMS están virando hacia fomentarlas, una vez se ha estimado que la transmisión presintomática es potencialmente considerable, que hay evidencia de contagio asintomático y que en muchos casos la enfermedad cursa de un modo tan leve que es “invisible” para el paciente y quienes le rodean. Además, aunque no exista evidencia causal definitiva, puesto que se tomaron muchas otras medidas a la vez (mayor aislamiento, disponibilidad de test rápidos), el uso de mascarillas se ha popularizado dado el relativo éxito de los países asiáticos en controlar la epidemia, donde por ejemplo en Hong Kong, más del 75% de la población adulta ya las estaba usando en el mes de enero.
miércoles, 8 de abril de 2020
Grandes problemas, pequeñas soluciones: un teléfono bajo el grifo
Hace unos días un grupo de amigos navegantes llevó a cabo una recolecta para comprar cuatro móviles impermeables y antigolpes que pudieran ser utilizados para la realización de videoconferencias entre pacientes de Covid-19 y sus familiares. Estos teléfonos están pensados para ser utilizados en contexto de intemperie y especialmente en el mar.
Los móviles modelo IP68 son teléfonos:
- Totalmente desinfectables (pueden lavarse bajo el grifo con agua o jabón o lavarse con solución de alcohol sin riesgo de estropearse).
- Que se conectan con facilidad a una red wifi (red del hospital) con ancho de banda suficiente para realizar videollamadas.
- Que no tienen un número de teléfono asociado por lo que no tienen la inconveniencia de ir recibiendo llamadas en cualquier momento.
- Resistentes a los golpes y caídas.
- Que tienen baterías duraderas.
- Que se conectan con el programa Jitsi que permite realizar llamadas o videollamadas sin coste de forma muy sencilla sin necesidad de crear ningún usuario. Solo es necesario especificar el nombre de la sala (por ejemplo nombre y apellidos del paciente) y hacer llegar la dirección web a los familiares (https://meet.jit.si/nombreapellido). Esta sala virtual se abre automáticamente en el momento que se conecta alguien, sea el paciente o familiar, de forma que no es necesario “descolgar” la llamada.
lunes, 6 de abril de 2020
Atención primaria: trabajando en la oscuridad
Trabajar como médico de familia estos días es algo complicado porque vamos a ciegas. En primer lugar, estamos intentando hacer toda la labor posible por teléfono para que los pacientes no se desplacen y no acudan a un establecimiento sanitario si puede evitarse. Por otro lado, no tenemos datos fiables y cada día recibimos varios protocolos, instrucciones, directivas, correos electrónicos y demás, en lo que viene siendo una sobrecarga de datos fluctuantes que se suman a los que cada cual recibe por sus redes sociales personales, grupos de whatsapp y demás.
viernes, 3 de abril de 2020
De la atención centrada en la persona a la centrada en la comunidad
La pandemia de coronavirus está siendo un reto para la humanización de los cuidados que no estaba previsto. Hasta el momento actual los sistemas de salud habíamos adoptado el modelo de atención centrada en la persona, pero de repente una epidemia como la que estamos sufriendo impone un giro brusco hacia un modelo de atención centrado en la comunidad. La revista The Lancet ha publicado recientemente una revisión de 24 artículos sobre el impacto de la cuarentena en las personas que han de permanecer confinadas en sus domicilios y el riesgo de padecer trastornos psicológicos incluso hasta tres años después de la crisis traumática.
miércoles, 1 de abril de 2020
Comportamientos de apoyo al personal sanitario cuando la epidemia se alarga
Vivimos atrapados en el tiempo. Como en la película de Bill Murray (Groundhog Day, Harold Ramis 1993), las dos semanas largas que llevamos de confinamiento nos están haciendo pasar paulatinamente por las cinco fases del duelo de Kubler-Ross: negación, ira, negociación, depresión y aceptación. Estamos ahora en el momento clave en el que, tras meses afectados por el sesgo conductual del sobre-optimismo (Kahneman, Pensar rápido, pensar despacio) pensando que la epidemia no nos iba a afectar de forma tan extrema (“negación”), y tras el consiguiente estado de shock ante su gravedad (“ira”), comenzamos a transitar entre cómo llevarlo mejor (“negociación”) antes de caer en la “depresión” al comprobar que nuestras estrategias para intentar paliar la epidemia y “doblar la curva” de contagio, no tienen efectos inmediatamente visibles. Es ahora por tanto especialmente difícil, y a la vez crucial desde un punto de vista epidemiológico, que no nos dejemos llevar por el desánimo y, como incide este reciente artículo de The Lancet, perseveremos en aquellos comportamientos que las autoridades sanitarias consideran cruciales para frenar la cadena de contagio. También es importante que no caigamos en un enfoque pesimista que, influenciados por el sesgo de comportamiento que lleva a tomar acciones excesivamente arriesgadas cuando todas las opciones posibles son negativas (nuevamente, Kahneman).