viernes, 13 de marzo de 2015

Prácticas de valor: formar a los nuevos médicos en atención paliativa






El Dr. Thomas LeBlanc, hemato-oncólogo de Duke, a través de su tweet, nos remite a un artículo de "Academic Medicine", que comenta varios estudios que demuestran que recibir atención paliativa en los procesos avanzados no sólo garantiza un periodo final más confortable para las personas, sino que, sorprendentemente, alarga la vida (ver post "Atención paliativa precoz: + calidad + cantidad de vida"). Como dice el Dr. Atul Gawande: "Las personas viven más sólo cuando paran los intentos de vivir más".

Volviendo al artículo referenciado, quiero remarcar las tres pistas que los autores describen para entender el incomprensible retraso en extender la medicina paliativa a todos los rincones de la atención sanitaria: a) no es fácil ponerse de acuerdo en el concepto "muerte natural", sobre todo en personas que llegan a las fases finales sondados, intubados o intervenidos, b) no es fácil diferenciar el concepto paliativo del de "tirar la toalla", y c) no es fácil que los médicos cambien su modo de pensar; con una formación orientada a diagnosticar y tratar, les es incómodo sólo acompañar y consolar.

IOM (Institute of Medicine) ha publicado un informe, Dying in America: Improving Quality and Honoring Individual Preferences Near the End of Life, que ha marcado como orientación estratégica la generalización de la formación específica. "Todos los médicos deberían ser competentes en atención paliativa básica, lo que incluye habilidades comunicativas, trabajo en equipo multidisciplinar y gestión de síntomas". El informe advierte que la situación actual de la atención paliativa en las facultades de medicina está muy lejos del objetivo, ya que, al menos en EEUU, viene a ocupar el equivalente de una mañana lectiva en cada curso.

En la formación de los médicos la muerte está presente, en las salas de disección o en los boxes de urgencias, por poner dos ejemplos, pero siempre como un hecho inescrutable, a menudo un producto de los errores médicos, o bien de procesos en los que ya no se podía hacer nada, de escaso interés clínico. Ahora IOM propone incluir la muerte de los pacientes en la agenda académica, como un asunto que requiere la empatía suficiente para hablar abiertamente, saber marcar objetivos y adquirir habilidades clínicas para evitar sufrimientos innecesarios y saber rechazar actuaciones desproporcionadas.


Jordi Varela

Editor

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