lunes, 20 de octubre de 2014

La decisión clínica compartida es cosa de dos









Peter Ubel es un médico especializado en el campo de la bioética y en el de la investigación de la conducta humana. Según confiesa él mismo en su blog, le gusta explorar en la dialéctica de las fuerzas racionales e irracionales que afectan a la salud de las personas, a su felicidad y a la manera como funciona la sociedad.

Les adjunto un video promocional de su libro "Critical Decisions" que profundiza en el terreno de las decisiones clínicas compartidas. "La actitud de las personas ante el riesgo de contraer una enfermedad, defiende el Dr. Ubel en este video, no depende de si entienden los números que les han explicado, sino de cómo los interpretan y, de esa manera, a menudo se toman decisiones clínicas importantes sobre la base de la sutileza de la percepción". Por ejemplo, muchos pacientes están más inclinados a optar por una intervención con un 90% de supervivencia que por una con un 10% de mortalidad. Ante un riesgo, el miedo siempre gana a la razón.




Con la llegada de la medicina científica el médico subió al pedestal de la eficacia terapéutica, y ahora, desde que se le ha hecho bajar, por aquello de los derechos de los pacientes a decidir, que no sabe muy bien cómo debe actuar. No en vano el proceso formativo de un médico es un largo trayecto de desensibilización ante el dolor y la enfermedad, pero en cambio la práctica médica real se mueve casi siempre en el mundo de las emociones. "Lost in traslation", dice el Dr. Ubel, para resumir la variedad de casos que expone en el libro. "A muchos médicos no les preocupa demasiado cómo piensan de verdad sus enfermos, y éstos les devuelven el favor con un escaso interés por sus tecnicismos a menudo incomprensibles".

Se equivocan los que piensan que la decisión clínica compartida es un asunto técnico, o incluso jurídico (una cuestión de derechos). Ese es un tema de emociones, y no hay otra manera de gestionarlas que poniéndose en la piel del otro, aunque sea por un momento, y entender que cuando un paciente recibe una mala noticia, lo que menos necesita es una tormenta de números y probabilidades. A veces sólo desea un poco de tiempo y comprensión, y el médico que no sabe reconocer esta necesidad hace un flaco favor a la medicina. 

En resumen, una obra analítica imprescindible para los amantes de la buena práctica médica.


Jordi Varela
Editor

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