viernes, 26 de enero de 2018

Visitas virtuales 24/7: ¿también en medicina?



Unos días antes de Navidad fui a Londres. Las fuertes nevadas dificultaban los accesos a la gran ciudad y hacía un frío glacial. En Piccadilly Circus, los músicos callejeros resistían las bajas temperaturas y las luces navideñas adornaban la ciudad. Al coger el metro me sorprendió un anuncio: “Un médico de familia del NHS le visita gratis 24 horas al día 7 días a la semana”.

La empresa Babylon ha llegado a un acuerdo con el NHS para ofrecer servicios de videoconsulta. Los ciudadanos pueden descargarse la aplicación y solicitar visita con un médico del NHS las 24 horas del día, con un margen de respuesta de unas dos horas. Según la web del programa, también pueden programarse visitas presenciales en caso de necesidad y se envían recetas a farmacias de la elección del usuario. Los médicos de familia que atienden las videoconsultas son del NHS y tienen unos diez años de experiencia.

En los últimos años se ha producido una proliferación de empresas emergentes (start-ups) que ofrecen estos servicios: Babylon, Dr Now o Push Doctor son ejemplos de ello. Su modelo de negocio se basa en ofrecer consultas virtuales por un pago único por visita o por suscripción mensual, y ofrecen una variedad de servicios adicionales como prescripciones médicas o envío de medicamentos a domicilio. 

En el caso de Babylon, lo que me resultó sorprendente es que hayan logrado escalabilidad con el NHS. De hecho, la revista WIRED ya la apuntaba en 2016 como una de las empresas emergentes europeas más prometedoras y a principios de aquel año la empresa consiguió 25 millones de dólares.

Todo apunta a que la utilización de la telemedicina se está empezando a generalizar. Si bien aún no hay muchas evidencias de los resultados de este tipo de intervenciones en términos de salud, considero que la madurez de la tecnología, las demandas de accesibilidad por parte de la ciudadanía y la aparición de nuevos actores en el sector de la “salud digital” están propiciando su despliegue. 

Por la experiencia que nos llega de Estados Unidos, sabemos que las visitas virtuales tienen un gran éxito en términos de uso. En Kaiser Permanente, en el año 2015 se realizaron 14 millones de visitas virtuales (aquí se incluyen las resoluciones de problemas médicos a través de correo electrónico) y 15 millones de visitas presenciales. Se estima que en 2018 el volumen de visitas virtuales superará el de presenciales. 

De acuerdo con los datos de un proveedor de telemedicina de Estados Unidos, Teladoc, la satisfacción de los pacientes con estos servicios es alta. En un 86 % de los casos los usuarios declaran tener más facilidad de acceso a la atención médica y un 90 % volvería a utilizarlo.

No obstante, la telemedicina no se está traduciendo en una reducción de los costes de la atención sanitaria, más bien al contrario. Según este estudio, las visitas virtuales no están sustituyendo a las presenciales o de urgencias, sino que están dando respuesta a demandas o necesidades nuevas. Si analizamos el comportamiento de 300.000 pacientes de enfermedades respiratorias durante tres años, solo el 12 % de las visitas virtuales sustituyeron a visitas a otros proveedores, y el 88 % restante eran usos nuevos. 

Pero también hay evidencias del potencial de la telemedicina para reducir tiempos de espera. En este caso se trata de intervenciones de telemedicina asíncrona que, en circunstancias adecuadas, son apropiadas para reducir tiempos de listas de espera en servicios ambulatorios especializados.

En cualquier caso, es una tendencia que ya no tiene marcha atrás. En esta misma línea, en DKV acabamos de lanzar un servicio de visita en línea por medio de videoconferencia, llamada o chat, que permite contactar con médicos en cualquier momento del día. La aplicación incorpora también un evaluador de síntomas basado en algoritmos de inteligencia artificial que da un listado de posibles orientaciones diagnósticas. Además, los usuarios pueden compartir documentos, imágenes o analíticas con los médicos para que los valoren durante la videoconferencia y guardarlos en su carpeta de salud. 

Ante esta ola de nuevos canales de acceso a la atención sanitaria 24 horas por 7 días a la semana, creo que el reto estará en lograr un punto de equilibrio entre el aumento de accesibilidad y la humanización de la atención sanitaria que se ha reclamado en otros artículos de este blog.

3 comentarios:

  1. El problema está en que todavía los productos de salud no están implementando técnicas de cambio comportacionales. Por eso no se ve una reducción en el comportamiento de gasto. en Zensei estamos trabajando en la implementación de dichos nudges comportacionales en herramientas de salud digital. Nuestro diario de salud digital paraasmaticos inteligente y contextual ayuda en este sentido a reducir el comportamiento de los pacientes, que se traduce en menores crisis asmáticas y en menos gasto. Más info en https://zenseiapp.com o escribiendo en hola@zenseiapp.com

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  2. Creo que uno de los principales problemas de este tipo de aplicaciones/servicios es que no van a contribuir a reducir las inequidades en salud, sino todo lo contrario. Los pacientes complejos (crónicos, pluripatológicos, etc.) no son "apropiados" para este tipo de aplicaciones, tal y como señala la propia empresa (http://bit.ly/2nJ4PAm), por lo que estaríamos centrando los (limitados) recursos, la tecnología y la innovación en aquellos pacientes que menos los necesitan. Si bien la innovación es necesaria, debería estar al servicio de los pacientes más necesitados.

    Por otra parte, cabe también reflexionar sobre el acceso de las empresas privadas a estas bases de datos generadas a partir de las historias clínicas electrónicas. La utilización de esos datos únicamente estaría justificada si es en beneficio de los pacientes y del sistema sanitario público que los atiende, debiendo evitar su utilización fraudulenta o con ánimo de lucro. Así, considero que tanto el objetivo (¿para qué?) como los potenciales destinatarios y beneficiarios (¿para quien?) de las innovaciones sanitarias, son dos aspectos que deberían estar en el centro de este necesario debate.

    Para seguir reflexionando sobre esta cuestión, recomiendo la lectura de una entrada recientemente publicada por Finlayson AE et al. en el blog del BMJ: http://bit.ly/2iIEe3W

    Sara Kalde

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  3. .
    El uso de medios es indudablemente útil.
    Los usamos cotidianamente e incluso nos gustan.
    Es consumerizable para una serie de actos, como: pedir o recoger una prueba, renovación de recetas, dudas de medicación, aclarar procedimientos administrativos, tramitación de citas, valorar evolución de procesos, notificar altas hospitalarias, gestionar racionalmente la necesidad de visitas domiciliarias, ...
    Toda una gama de consultas que podrían suponer el 50% de nuestros actos cotidianos.
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    Precisa de conocimiento y aceptación del profesional del uso de medios y de una adecuado concepto de su valor instrumental (sirve para lo que sirve).
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    Es un servicio agendable y que te puede permitir dejar de hacer para poder hacer.
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