lunes, 5 de octubre de 2015

Atención primaria: ¿segmentar para reformar?








En un artículo publicado en Health Affairs, Redesigning Primary Care: A strategic vision to improve value by organizing around patients' needs (ver post comentado), Michael Porter nos invitaba a repensar el modelo organizativo de la atención primaria de acuerdo con las necesidades reales de la población.

Siguiendo los consejos porterianos, y sólo para pensar un poco, valga la excelente Memoria del Instituto Catalán de la Salud (ICS) del año 2013, con datos de 288 equipos de atención primaria repartidos por el territorio, desde pequeños consultorios locales hasta centros metropolitanos con varias áreas básicas de salud a su cargo. En la página 7 del documento verán una tabla elaborada con más de 4 millones de personas atendidas (que han ido al menos una vez a visitarse durante el año). La segmentación de esta población, agrupada con Clinical Risk Group, muestra que los segmentos 5, 6 y 7 (diferentes intensidades de cronicidades) han representado el 64,5% de las personas que han ido a visitarse, grupo que ha consumido el 88,8% de la farmacia y ha generado el 74,7% de las hospitalizaciones urgentes (de entre los pacientes que ha ingresado dos o más veces en un año).

Si saltan a la página 8 del documento verán un cuadro de actividad que recoge información de más de 36 millones de visitas a la atención primaria del ICS, de las cuales un poco más de la mitad (52,2%) fueron consultas al médico, y sólo un 33,5% a la enfermera. Manteniendo en la retina los datos de la segmentación, fíjense en las cifras de las actividades que parecerían más apropiadas para los pacientes crónicos: consultas telefónicas, telemáticas o visitas a domicilio.

 
Los porcentajes son sobre el total de actividad de médicos y enfermeras

La relativa baja actividad de las tres modalidades asistenciales recogidas en la tabla es una muestra del desencuentro de un modelo organizativo pensado para garantizar la accesibilidad y la función gatekeeper, con la gran preminencia de los pacientes crónicos que refleja la segmentación, por lo que convendría empezar a redefinir el modelo, en la línea que indica Michael Porter, o que ya practica Kaiser Permanente, de acuerdo con una nueva manera de organizar la atención primaria que preserve los valores básicos (accesibilidad y gatekeeper) pero que sea capaz de adaptar las reformas a las necesidades reales de los diferentes segmentos poblacionales.

A la luz de la segmentación, se debe rehacer el modelo organizativo en función de las necesidades de los segmentos más tipificados y, por tanto, el esquema de un médico y de una enfermera que se responsabilizan de todas las necesidades de una determinada población no parece el más adecuado para los tiempos de ahora. La especialización de los equipos de atención primaria debe surgir de la integración de servicios para atender a determinados grupos poblacionales y, si no, ¿qué sentido tiene estratificar por riesgo y complejidad si no hay voluntad de reformar de manera consecuente?


Jordi Varela

Editor

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