viernes, 26 de junio de 2020

Una mirada al futuro de los médicos jóvenes en nuestro sistema sanitario







Nota de los editores: Este post fue publicado el 28 de febrero, pero debido al avance de la epidemia que se vivía en aquel momento, creemos que no mereció la atención habitual de nuestros lectores, por lo que hemos decidido darle una segunda oportunidad.

En junio de 1994 se estrenó El Rey León en Estados Unidos. Aprovechando que hace poco se entregaron los Oscar y, por otro lado, tuvo lugar el examen MIR, me vino a la cabeza el hilo conductor de la película El Rey León y su historia sobre el ciclo de la vida. Cada MIR vive a su manera un ciclo de la vida desde que empieza a opositar a una plaza, siendo un embrión de especialista, hasta que la consigue como cachorro y, finalmente, cuando da sus frutos, se convierte en león adulto con responsabilidades de especialista y se inserta en el mundo laboral-profesional.


Aun a riesgo de hacerme pesado, quiero volver a comentar algunos aspectos referentes a como alimentamos de profesionales un sistema sanitario que requiere constantemente piezas nuevas para mantenerse en funcionamiento. Y mostrar, por lo tanto, una perspectiva concreta del “ciclo de la vida” de la transición de MIR a adjunto. 

El acceso al programa de formación no es fácil

Según datos del Ministerio, en la convocatoria anterior se inscribieron para opositar al MIR 16.582 médicos, de los que 15.700 fueron admitidos para el examen. Finalmente se acabaron adjudicando 6.796 plazas en el sistema. En la elección de plaza cada cual antepone sus prioridades: geográficas (porque no se quiere mover o porque quiere ir a otra ciudad en concreto), de centro, de determinada especialidad, de un grupo de especialidades, de coger lo que quede… Pero el resultado es que el tablero resultante es muy variado y la movilidad de los profesionales en la geografía es notoria. Insisto en que esto no es tan importante durante la formación ya que, en la mayoría de casos, la adaptación de los nuevos MIR a su entorno de formación es rápida y no condiciona su aprendizaje.

Podríamos identificar tres grandes grupos de MIR respecto al lugar de formación: los que se forman en su propia provincia, los que provienen de otras localizaciones de la geografía nacional y los provenientes de otros países. Este hecho es relevante para comprender algunos aspectos al final del MIR. El 4% de las plazas se reservan a un convenio de colaboración cultural para extranjeros no comunitarios, porcentaje que años atrás era de hasta el 10% y se ha ido recortando progresivamente. No obstante, hay un elevado número de opositores extranjeros que, en virtud de su doble nacionalidad (una de ellas comunitaria), no se contabilizan en ese 4%.

Españoles
Extranjeros

Una vez dentro del MIR

La situación legal en la que se realiza la formación MIR no es homogénea. Si bien este hecho no condiciona la calidad de la formación, sí puede condicionar la posterior salida profesional una vez finalizado el periodo MIR. Los extranjeros realizan mayoritariamente la formación con visado de estudiante, otros con visado de trabajo temporal y otros, como ya se ha señalado, lo hacen como extranjeros comunitarios (con doble nacionalidad), situación legal que los equipara a la del resto de opositores autóctonos. Al finalizar la formación MIR, este aspecto condiciona su contratación ya que, con visado de estudiante, algunos se ven forzados a marcharse de España si no consiguen cambiar su situación o no obtienen un contrato que los habilite para quedarse.

Lo que sucede durante el periodo de formación es ya en sí mismo una historia. En su momento comentamos en este espacio algunos aspectos acerca de la transmisión de valores en el sistema, condicionada por numerosos aspectos que este sistema no supervisa, pero que son los que nutren y curten a los especialistas, sea para bien o para mal, pero que constituyen la realidad. 

A medida que nos acercamos al final de la formación MIR aparecen preguntas mayúsculas que van a condicionar decisiones importantes en la salida profesional al mundo real, porque el panorama al que se enfrenta cada residente cuando busca insertarse en el sistema sanitario es diverso y existen condicionantes del entorno y de la esfera personal que van a influir en esas decisiones.

¿Qué hemos planificado para esta inversión?

Ahora, fijémonos un momento en el coste de semejante inversión recurrente. Decíamos que se forman aproximadamente 6.800 nuevos profesionales cada año y se estima que el coste de “fabricar” un profesional por la vía MIR es de un valor aproximado de 200.000 euros por profesional. Por lo tanto, unos 1.360 millones de euros anuales y recurrentes en formación de especialistas.

Todas las comunidadades tienen transferidas sus competencias en materia sanitaria, lo que sustenta que cada una pueda presentar sus necesidades de profesionales en función de un conocimiento de su situación actual y de futuro. No obstante, este punto es un tanto confuso y, de hecho, es un gran debate en sí mismo. ¿Qué necesidades tiene el sistema para seguir funcionando tal como está regulado? ¿Qué modelo de sistema sanitario necesitamos para el futuro de la atención sanitaria de nuestra población? ¿Y con qué tipo de profesionales y cuántos? Todas estas preguntas tienen respuestas en algunos aspectos, pero a menudo son respuestas descoordinadas e inconcretas. 

Al acabar el MIR

Ahora volvamos al momento de la salida profesional, con una alta incertidumbre y en un ambiente muy complejo y con elevada precariedad. El gran temor es que los nuevos especialistas se marchen al extranjero. Hace un par de meses, el BMJ publicaba un publirreportaje para promover la captación de médicos en Canadá. El artículo empieza fuerte: “En los últimos cuatro años Canadá fue elegido como el país con mejor calidad de vida”, sigue con “un médico de familia puede ganar hasta 205.000 euros anuales” y luego detalla como es el proceso de captación de profesionales y lo que se estima que tarda todo ese proceso.

¿Cuántos se marchan? ¿Quiénes son los que se marchan?

Según la Organización Médica Colegial, en 2018 un volumen de 3.525 médicos solicitaron el Good standing o certificado de idoneidad para países extranjeros. De ellos, 792 en Cataluña. No obstante, no todo aquel que solicita dicho certificado de idoneidad acaba yéndose, por lo que los datos son tentativos. Según datos del Colegio de Médicos de Barcelona (COMB), en 2018 se fueron al extranjero 201 médicos, 18 de los cuales MIR inmediatamente después de finalizar su formación. Así pues, podemos afirmar que los MIR no se marchan masivamente tras terminar su formación. Con los datos de los últimos cinco años, analizamos las bajas colegiales de MIR según origen y destino de esas bajas. Figuran en color granate el número de profesionales que se han formado en Cataluña, en verde los del resto de España y en naranja los formados en países extranjeros. Dentro de cada franja, en trazo rayado aparecen los MIR que se van a otras provincias y en liso los que se van al extranjero.


Fuente: Memoria de la Secretaria del COMB 2019. Residentes que se trasladan por año, origen y destino (datos del ejercicio 2014 al ejercicio 2018).

Se puede observar la tendencia a disminuir de las bajas de los MIR que se han formado en Cataluña en los últimos años, caída que se debe principalmente a profesionales que ya se habían formado en el extranjero y que ya no se marchan, a pesar de su intención inicial de marcharse de nuevo. Por otro lado, 68 médicos que se habían dado de baja para trasladarse al extranjero regresaron de nuevo a Cataluña. El tiempo medio que pasaron en el extranjero fue de 17,5 meses.

Inserción de los MIR en el mercado laboral

En junio de 2016 se publicó el informe La precariedad laboral del colectivo médico, del COMB, que denuncia una situación que se ha cronificado a lo largo de la época de crisis económica y analiza la situación al finalizar el MIR. Pero mencionaré solo algunos datos recientes que el COMB elabora a través de una encuesta de seguimiento de los MIR. Debe destacarse que menos de la mitad (49,1%) de los MIR se quedan en el centro en el que se formaron, que el 44% van a otro centro de la misma provincia de Barcelona, el 5,6% a otra provincia y el 1,3% al extranjero. El colectivo de profesionales extranjero es el más dispuesto a moverse al acabar el MIR: un 6,5% se trasladan a otra provincia y un 1,7% al extranjero. Por el contrario, los que se quedan en el mismo centro en el que se han formado son los provenientes del resto del territorio español, un 55,2%.

La calidad del puesto de trabajo es otro aspecto relevante 

¿Qué buscan los MIR en su primer trabajo? Pues una constante en las tres últimas encuestas es: conciliación, proyección y aprendizaje. Por otro lado, los motivos principales para rechazar una oferta de trabajo –y es una tendencia creciente– son las condiciones laborales y económicas. Y es que cuando se llega al final del ciclo de acceso-formación-inserción laboral, el sistema tan solo ofrece una contratación indefinida al 23,7% de los contratados, otro 42,2% trabajan con contratos temporales y el 34,1% restante son interinos, becarios o realizan sustituciones o guardias. Curiosamente, la contratación indefinida se da principalmente en el sector concertado o privado, mientras que el sector público (ICS) solo representa el 7,6% de los contratos firmados por los residentes acabados de formar. Vemos que, al final del recorrido de la formación especializada, el ciclo de la vida del MIR está destinado a la precariedad contractual, siendo el sector público el que peores expectativas de contratación ofrece a los residentes, suplido, en todo caso, por el sector concertado.

Por suerte, en El Rey León, Simba acaba volviendo de su destierro para tomar las riendas de un sistema que se estaba deteriorando, pero no sin tener un dilema por dejar su confortable lugar de acogida. 

Más allá del debate de cómo nos tenemos que organizar y con qué conocimiento debemos contar para brindar una atención excelente a la población que atendemos, hemos de tener un conocimiento global de los factores que interactúan e influyen en los profesionales que formamos. Estos profesionales en los que se invierte y que se van a unir a los que ya están en el sistema son los que tienen que seguir aportando valor a las organizaciones y capacidad de transformar modelos asistenciales para adecuarlos permanentemente. Pero si no somos cuidadosos –y si desconocemos los factores contextuales y las motivaciones propias de esos profesionales– no tendremos capacidad para retener el talento. 

Los profesionales provienen de muchos lugares, pero se forman de manera homogénea. No obstante, la movilidad posterior al final de la residencia viene dada por su origen, por su situación legal en el país, por la coyuntura socioeconómica y por las ofertas locales y de otros países. Los datos de Barcelona nos llevan a pensar que tenemos capacidad de retener ese talento, porque incluso algunos de los pocos que se van inicialmente regresan de nuevo. Pero a escala global, para tanta inversión (1.360 millones anuales), tenemos un sistema poco centrado en aprovechar el retorno sobre la inversión y hay otros destinos donde la producción local podría encontrar cabida. 

En definitiva, proyecto profesional, acceso a formación continuada y un contrato estable que permita compatibilizar vida personal y laboral son los elementos clave para captar a los nuevos especialistas.

P. D. Justo antes de remitir este post para su publicación me topo con este otro artículo del BMJ, Why are so many doctors quitting the NHS?, en el que se argumenta que no se conocen bien los motivos de los profesionales que lo abandonan, lo que no permite frenar la tendencia.

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