viernes, 11 de diciembre de 2020

¿Por qué el futuro en el sector de la salud no acaba de llegar?

Josep Mª Monguet
Pereza colectiva





Esta pandemia, en el argot de los estudios de futuro, es una wild card, un fenómeno de baja probabilidad y gran impacto. Pero la COVID, además de estimular la futurología, ha acelerado el despliegue del futuro digital. Todos los tiquismiquis, con eso de la “telepresencia”, no han tenido más remedio que aprender a manejarse, cueste lo que cueste, con los meets, los zooms y los teams. Aunque muchos siguen haciendo, a distancia, lo mismo que hacían presencialmente. Bien, todo es empezar. Confiemos en que para despertar la creatividad colectiva no sea necesaria otra wild card.

Estudiar el futuro es un tipo de investigación basado en la construcción de hipótesis razonables sobre cómo podrían ser las cosas de ahora en adelante. Existen múltiples técnicas para hacer futurología; veamos sintéticamente algunas y comentemos sus limitaciones para aplicarlas en el ámbito de la salud. 

Tendencias. Proyección del futuro

El análisis de tendencias se basa en efectuar proyecciones para un ámbito a partir de la observación de lo que está sucediendo en otros. Pero en el sector salud esto no acaba de funcionar. Hace décadas que el sector financiero es 100% digital, la gran industria está robotizada y los niños juegan online; en cambio, la transformación digital de los servicios de salud es relativamente débil, no es universal y no se ha llegado a estandarizar. Y esto a pesar del esfuerzo que muchos profesionales han realizado.

Escenarios. Futurización racional 

La creación de escenarios es una técnica racional para modelizar el futuro. Se eligen dos o más variables independientes que condicionan la evolución del futuro y se consideran sus valores extremos. Para recrear escenarios posibles se combinan las opciones de las distintas variables. ¿Por qué son poco útiles los escenarios en el ámbito de la salud? Porque el exceso de variables independientes complica los escenarios, pero lo más crítico es que hay variables, muy importantes, tan rígidas que no dejan opciones. Los roles profesionales, la dependencia del entorno político o la nula competitividad son muestra de ello.

Delphi. El futuro colectivo

Las predicciones basadas en procesos tipo Delphi agregan la percepción de múltiples expertos para aproximarse a lo que puede suceder. Constituyen una técnica muy conocida en nuestro ámbito, aunque poco aplicada para consensuar el futuro de la sanidad. Su limitación para realizar predicciones útiles es consecuencia de cierto miedo a poner encima de la mesa las preguntas relevantes. No nos engañemos, cuando el statu quo es importante tiende a condicionar los cambios. 

Aprender a pensar colectivamente en clave de futuro. La luz al final del túnel

A la hora de pronosticar la evolución real que tendrán los servicios de salud, las metodologías clásicas de futurización son de dudosa utilidad. Pienso que no se trata tanto de disponer de consultores aplicados con técnicas como las descritas, como de la implicación efectiva de los profesionales de la salud. Bien combinadas, las técnicas como las que se han comentado pueden ser un instrumento pedagógico excepcional para ayudar a los profesionales a pensar en el futuro de forma sistémica. Se trata, en el fondo, de escribir colectivamente guiones que nos permitan anticipar escenarios. Si fuéramos capaces de hacer esto, visualizaríamos los peligros que vienen, nos imaginaríamos juntos un sistema mejor y, sin duda, actuaríamos en consecuencia. 

Tenemos que mirar hacia el futuro con criterio para innovar con radicalidad práctica antes de que se nos coma la pandemia silenciosa de la comodidad de las zonas de confort. Y, permitidme decirlo, ignoremos a los que no ven más allá de su nariz. Cómo dice Txarango en su canción, “Que no nos gane el miedo. El mañana hoy es nuestro. Tú y yo agarrando el horizonte”.

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