viernes, 12 de marzo de 2021

Tres claves del éxito en la gestión del cambio

Andrés Fontalba
Mental fugit



La gestión del cambio es un proceso vital que nos acompaña tanto a las personas como a los sistemas y organizaciones a los que pertenecemos. Funciona tanto en el ámbito individual como en el colectivo y cobra especial importancia en el campo de la salud. Una de las características del escenario sanitario es la incertidumbre en la que se mueve, puesta especialmente de relieve en la actual pandemia. La respuesta inicial ante esta incertidumbre es buscar posturas que favorezcan la estabilidad y predictibilidad para reducir la ansiedad que podría provocarnos el desconocimiento de lo que va a pasar a medio o largo plazo, asociada a sentimientos de temor o falta de seguridad. Esto nos puede llevar a rechazar, casi sin pensarlo, nuevas ideas, propuestas o cambios que podrían ser necesarios y oportunos, y a su vez explica por qué muchas organizaciones no llegan a implantar ni el 70% de los cambios que se proponen. En el lado opuesto, la incertidumbre favorece la supervivencia y la adaptación ya que es provocadora de cambios y, aunque estos cambios atenten contra nuestra necesidad de tener un ambiente estable, están omnipresentes en la mayoría de ámbitos de la atención sanitaria. Entre los procesos de cambio más relevantes están los avances tecnológicos, el envejecimiento de la población, los cambios en los patrones de enfermedad y los nuevos descubrimientos en el campo de los procedimientos diagnósticos y tratamientos.

A la hora de buscar las claves del éxito en la gestión del cambio, la mirada debe dirigirse hacia los profesionales. En un interesante y reciente estudio realizado en Suecia se entrevistó a médicos, enfermeras y técnicos en cuidados auxiliares de enfermería para preguntarles acerca de las percepciones de cualquier cambio que considerasen que había afectado a su trabajo, ya que la comprensión de las actitudes de los profesionales hacia el cambio es un factor fundamental para que este se consolide. Dentro de los resultados destacan las tres claves siguientes.

1. Tener oportunidad de influir en el cambio

Los cambios iniciados por los propios profesionales de la salud son considerados por ellos como los más fáciles de implantar y rara vez muestran resistencias. El grado de participación se relaciona directamente con la implicación personal en la consecución de los objetivos. Expresan actitudes más positivas hacia los cambios que se han desarrollado en la primera línea de la atención sanitaria y que van desde abajo hacia arriba.

2. Estar preparado para el cambio

Cualquier cambio comunicado eficazmente aumenta sus posibilidades de éxito. De forma general son rechazados todos los cambios organizacionales sin comunicación previa y que se perciben como inesperados. Los cambios previsibles son percibidos de forma más satisfactoria.

3. Apreciar el cambio

Para los profesionales es muy importante comprender la necesidad de cambios organizacionales y en qué medida benefician al paciente y a ellos mismos. Los profesionales de la salud se identifican en gran medida con los pacientes y con sus necesidades, de tal manera que cualquier cambio, para tener valor, debe repercutir de forma positiva en la atención que se les presta, y este beneficio es una gran fuente de motivación.

Las crisis introducen más incertidumbre en nuestras vidas, lo que hace que se  precipiten los cambios. La pandemia ha sido un catalizador que los ha provocado y ha puesto en máxima tensión el sistema sanitario. Solo la capacidad de resiliencia y adaptación de los profesionales ha permitido que el sistema no se rompa y ha dejado muchos ejemplos de iniciativas que cumplen con las tres claves de éxito. Por mencionar solo una, la creación de circuitos específicos para tratar pacientes con sospecha de COVID, los llamados “circuitos respiratorios” en centros de salud y en el hospital, no solo han reducido los riesgos de contagio, sino que además han mejorado la calidad de la atención, los tiempos de respuesta y la satisfacción de los pacientes implicados. La iniciativa para organizar estos circuitos ha partido en muchas ocasiones de los profesionales, que han participado de forma activa en el diseño y los valoran, al igual que los pacientes, como muy efectivos. Otras posibilidades que hubieran sido impensables hace un año, como la de realizar procedimientos diagnósticos o administrar una vacuna en el propio vehículo del paciente, son hoy una realidad.

Los cambios en los servicios sanitarios son inevitables y necesarios. Si nuestro objetivo es conseguir implantarlos y consolidarlos para que beneficien a todos, deben considerarse las maneras más efectivas de ponerlos en marcha.

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