lunes, 5 de mayo de 2014

Promoción de enfermedades: un grito de denuncia








El movimiento Right Care es una red con varios hubs, uno de ellos es la campaña contra la promoción de enfermedades (disease mongering) de la que quiero hablar en este post. Hace un año hubo una conferencia internacional en Washington con el lema: "Una llamada para la acción contra la venta de enfermedades" de la que surgió, naturalmente, una declaración: "Nos hemos reunido un grupo de investigadores, médicos, activistas, pacientes, profesionales de la salud en general y periodistas, profundamente preocupados por la corrupción de la ciencia médica y de los sistemas sanitarios. Pedimos que se acabe la promoción de enfermedades por parte de la industria que manipula la preocupación de los ciudadanos por su salud, medicaliza la vida de las personas y engaña tanto a los profesionales como a los ciudadanos..."

British Medical Journal se hizo eco del encuentro de Washington con un editorial que decía, entre otras cosas. "A lo largo de la historia de la medicina siempre ha habido gente sin escrúpulos que ha hurgado en el miedo ancestral al sufrimiento y la muerte y ha hecho dinero vendiendo remedios de eficacia dudosa. La aparición del pensamiento científico hizo creer que la práctica médica deshonesta había quedado enterrada, pero lejos de eso, la estrategia del engaño se ha adaptado a los nuevos tiempos con la venta de enfermedades inexistentes y con todo el despliegue terapéutico y comercial que de ello se deriva."

Para poder ilustrar mejor en qué punto se encuentra el movimiento crítico contra el fenómeno disease mongering, he hecho una búsqueda en youtube, y he encontrado un video sobre la promoción de enfermedades en el campo de la salud mental, uno de los territorios más proclives a la medicalización del sufrimiento de las personas.



Resumen del video:

Del video "Marketing de la locura" quiero destacar un par de aportaciones que me han parecido interesantes:
  1. La psiquiatría, como ciencia, tiene un pasado poco lustroso. Durante siglos se creyó que la locura provenía de trastornos de los humores internos y eso justificaba que el tratamiento de casi todo, psiquiátrico o no, fuera la sangría de los pacientes. Más tarde, con la aparición de la cirugía, proliferaron las teorías que culpaban ciertos órganos de ser el foco de los delirios mentales i, de acuerdo con estas creencias, se extraían anginas, estómagos o bazos. La psiquiatría actual supone, sin tener ninguna evidencia, que las enfermedades mentales se deben a trastornos de la bioquímica de las neuronas y de sus sinapsis. Con tantos desaciertos, ¿por qué debemos pensar que los psiquiatras ahora tienen razón?

  2. La otra aportación del video, que destaco, es el relato de los códigos de la clasificación internacional de enfermedades (nuevos o no) que con su uso desproporcionado permiten categorizar los problemas de la vida cotidiana. Y aunque, entre los expertos, este asunto es muy conocido, me ha parecido oportuno que los autores del video nos lo recordaran:
  • La timidez puede tener el código 300.23: trastorno ansioso social
  • La tristeza por la pérdida de una persona querida puede ser el 296.2: trastorno depresivo
  • La nostalgia puede ser etiquetada con el 309.2: trastorno ansioso de separación
  • Que una persona sospeche de otra puede ser el 301.00: trastorno paranoide de la personalidad
  • El hecho de tener altibajos del estado de ánimo puede llegar a ser el 296.00: trastorno bipolar
  • La tendencia a ser inquieto y distraerse puede ser el 314.9: trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH).
Por lo tanto, si a alguien se le ocurre ir a un psiquiatra, lo más probable es que salga de la consulta con un diagnóstico (con código) y una receta.

Viendo la documentación generada por el movimiento contrario a la promoción de enfermedades, de momento sólo he observado grito y denuncia, y esto, aunque necesario, no es suficiente. Para cambiar las cosas hemos de saber generar, entre todos, más pensamiento práctico y más instrumentos útiles, como, por ejemplo, ya se está haciendo con el sobrediagnóstico del embolismo pulmonar, si lo que queremos es poder practicar con garantías una medicina más honesta.

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