lunes, 18 de octubre de 2021

Las facultades de medicina, atascadas en las reformas

Jordi Varela
Editor





A principios de siglo XX, Abraham Flexner estableció las bases de la formación moderna de los médicos. Eran tiempos en que la ciencia pedía paso y era imprescindible que médicos y cirujanos dejaran atrás la imagen de brujos y barberos. Por ese motivo, Flexner propuso que las facultades de medicina comenzaran los planes formativos por las ciencias básicas, para continuar con el conocimiento del cuerpo humano y acabar con las rotaciones clínicas, como un toque final de realidad. El modelo Flexner ha evolucionado y, sin renunciar a sus principios, a lo largo de la segunda mitad del siglo pasado ha ido desarrollando el concepto de currículo con una visión cada vez más completa del proceso de aprendizaje. Desde entonces, el progreso de la educación médica ha sido muy notable, pero no siempre se ha sabido dar respuesta a las demandas de formar médicos con los requerimientos que exigían la evolución de los tiempos.

Conciliación de la carrera clínica y la universitaria

El programa de evaluación de profesorado de la Agencia Nacional de Evaluación de la Calidad y Acreditación (ANECA) prioriza de manera especial la actividad docente e investigadora de los aspirantes a las plazas de profesor universitario y minimiza la actividad clínica. Este hecho, por sí mismo, genera un sesgo favorable a los profesores de ciencias básicas y a los especialistas en materias cuanto más tecnológicas y específicas mejor. La acreditación de la ANECA, tal como está concebida, es una quimera prácticamente inalcanzable para los jóvenes clínicos que quieren ser profesores y eso hace que las plantillas de las facultades de medicina cada vez estén más escoradas hacia un profesorado especializado e investigador, pero con escasa visión generalista y humanista de la práctica clínica, por lo que se detecta un empobrecimiento de la enseñanza del razonamiento clínico, una metodología imprescindible para una atención sanitaria basada en el valor.

Influencia del examen MIR

Los estudiantes de medicina saben que para luchar por las plazas más codiciadas del MIR deberán acudir a una academia privada especializada en el entrenamiento de la acumulación de conocimientos, donde se les ayudará a memorizar y a adquirir habilidades para optimizar las respuestas de los exámenes tipo test, mientras que las competencias clínicas trabajadas en las prácticas y en los seminarios de la facultad pasarán a un segundo plano, ya que los estudiantes perciben que estas actividades académicas no les aportan ninguna ventaja competitiva para su futuro más inmediato y esto genera un clima poco favorable para las reformas basadas en la adquisición de competencias.

Dificultades objetivas para las reformas

A pesar de los esfuerzos de las facultades de medicina para renovarse, hay muchos indicios que avisan que las cosas no van bien. La encuesta de 2019 del CEEM (Consejo Estatal de Estudiantes de Medicina) concluye que más de la mitad de los estudiantes piensan que la aplicación de la enseñanza activa está siendo mala (o muy mala), debido fundamentalmente a la falta de recursos y de tiempo, falta de motivación de los propios estudiantes, escasa preparación del profesorado en la metodología docente activa, mala organización de las facultades y unos exámenes que, a pesar de la retórica innovadora, continúan evaluando conocimientos en lugar de competencias.

Medidas para cambiar el actual marco académico

¿Cómo avanzar en un entorno poco favorable a la enseñanza del valor de la práctica clínica? A continuación, fruto del pensamiento de un grupo de reflexión formado eminentemente por internistas, se lanzan algunas propuestas:
  1. Definir una evaluación ANECA específica para las competencias clínicas.
  2. Homologar el acceso al examen MIR de forma que permita un peso superior de la nota de la carrera, introduciendo elementos correctores de sesgos según facultades de medicina.
  3. Extender la enseñanza activa basada en problemas con casos tutorizados por profesores clínicos en todas las facultades (ahora las pioneras son pocas).
  4. Potenciar la enseñanza del razonamiento clínico con la contratación de clínicos prestigiosos.
  5. Fomentar el trabajo en equipo multidisciplinar para la resolución de casos complejos.
  6. Sustituir los exámenes tradicionales por las metodologías de evaluación de competencias ya homologadas.
  7. Desplegar unidades de educación médica, las cuales deberían ser el motor de las reformas.
Las medidas para reformar la formación médica deben ir dirigidas a la raíz de los problemas, lo que haría que muchas facultades de medicina pudieran volar con nuevos aires, mientras que las que no están tan activas se vieran forzadas a introducir los cambios.


2 comentarios:

  1. Y orientar las Facultados de Medicina a formar profesionales con un perfil generalista. Ya existe un MIR donde cada uno se especializará. En cambio, cada vez tenemos una distancia mayor entre lo que produce la Universidad y la necesidad social de médicos.
    Una posibilidad sería pasar a un modelo de college, donde hacer carrera universitaria no sea tan importante y sí lo sea la formación de los futuros médicos. Eso permitiría volver a tener perfiles generalistas para la formación de los especialistas de Interna y MFYC, de los que se tiene más carestía. Y más cercanos al territorio donde se espera que ejerzan.

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