Organizar la sanidad como un sistema colaborativo basado en el trabajo en red y la construcción de alianzas entre proveedores debería ser la única alternativa. Pocos son los procesos asistenciales que pueden ser resueltos por un solo proveedor y, por lo tanto, la colaboración es imprescindible. Partíamos, sin embargo, de un sistema sanitario muy fragmentado y en el que todo el mundo protegía, ante todo, su razón de ser. El camino por recorrer es, por tanto, largo y difícil.
Acabo de leer un interesante artículo sobre este tema, titulado “Impact of uncertainty in times of network formation”, de la Vlerick Business School. En él se plantean cuatro posibles escenarios de colaboración teniendo en cuenta dos elementos clave: el sistema de pago y la tecnología.
El escenario menos avanzado, llamado disease care, se sitúa en un contexto de pago por servicio, en el que el incentivo es el volumen de actividad, y en el que la tecnología actúa de apoyo al proceso sin llegar a ser una auténtica facilitadora. En este escenario, los hospitales compiten entre ellos defendiendo su situación de partida y tienen una gran asimetría en su nivel de desarrollo. No existe transparencia y prácticamente no se comparte información. Para los hospitales poderosos, las alianzas se plantean para atraer a más pacientes y mantener el estatus; para los hospitales menos desarrollados, las alianzas son una necesidad para asegurar el tratamiento adecuado de los pacientes de su área poblacional.
El escenario ideal, llamado health care, se contextualiza en un entorno de pago por rendimiento, en el que el incentivo es la excelencia clínica, y cuenta con una tecnología más avanzada y realmente facilitadora del proceso asistencial. En él, el foco es la prevención y la salud, y no la enfermedad. La red incluye la atención primaria, los hospitales, la atención social y la industria, con un cuidado totalmente integrado y una medicina personalizada. La nueva tecnología permite el crecimiento de la actividad extramuros.
Y en nuestro sistema sanitario, ¿dónde estamos?, ¿cuánta parte del camino hemos recorrido para llegar a este escenario ideal? Desde mi punto de vista, aunque intentamos avanzar hacia el escenario health care, muchas de las características de las descritas en el escenario disease care siguen existiendo, al menos parcialmente, en nuestro entorno: pago básicamente por servicio, tecnología de apoyo pero no auténticamente facilitadora ni transformadora, transparencia limitada y defensa, por parte de cada uno de los proveedores, de la situación de partida. Cambiarlas exige ambiciosos proyectos.
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Ambos proyectos son de largo recorrido, pero sin duda el camino es el correcto, y todos los implicados crecemos progresivamente en confianza, transparencia y generosidad, valores tanto o más importantes que el sistema de pago y la tecnología. Es la única alternativa para construir un verdadero sistema colaborativo en el que la salud y el paciente estén en el centro.
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