(J’ai perdu mon corps, J. Clapin, 2019) |
En las postrimerías de un año que ha concentrado –con el interludio veraniego de Tarantino– las obras cinematográficas de mayor interés al inicio (Sunset, La favorita, Ash is purest white, An elephant sitting still, A portuguesa) y al final (Parásitos, Joker, Portrait de jeune fille en flammes, Una gran mujer, El tiempo contigo, El traidor), me permito destacar una de las mejores películas de este año, ignorada por muchos porque es una realización animada que camina hacia los Oscar y puede recuperarse en Netflix.
¿Dónde está mi cuerpo? arranca con la insólita historia de una mano amputada que cruza las calles de París en busca de su propietario, esquivando ataques de palomas y ratas, viajando en el metro o flotando en los canales urbanos, volando en paraguas y sorteando autovías. Pero la película es la odisea de Naoufel, un infeliz muchacho de la banlieue que lucha con el entorno para salir adelante con dignidad. Clapin nos ofrece una obra extraordinaria por su capacidad narrativa, explicando el trágico acontecer de un niño feliz a quien el destino arranca del que podría ser un futuro prometedor en África para llevarlo a una realidad europea muy cruda. Pero lo más hermoso de la película no es la intensidad del drama de origen, sino la capacidad del director de narrar la trayectoria pasada y presente de Naoufel con pocas palabras y una puesta en escena animada que es capaz de captar sentimientos e ilusiones, miedos y deseos. Las aventuras de la mano, además de emocionantes, son el reflejo de la inquietud del protagonista y de la clara metáfora de su pérdida en toda la extensión. La resolución final, parcialmente en off visual y descrita con ayuda de una grabación, es un prodigio de síntesis que pocas obras con personajes reales saben exhibir.
El final, mucho más real que alegórico, nos devuelve, afortunadamente, la sensación de que aunque todo parezca volverse en contra, la voluntad puede cambiar la deriva de nuestras vidas. Y, para quien lo quiera emplear como argumento, una película animada. Pero sus imágenes y el rotundo final son un aliento tan auténticamente vital como realista. Por este motivo, por su notable factura artística y su mensaje positivo he querido compartirla con todos vosotros. ¡Disfrutad de ella y disfrutad también de un mejor 2020!
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