viernes, 15 de abril de 2022

Diez atributos de la atención sanitaria del futuro según McKinsey

Tino Martí
Ex Machina



A finales de marzo, McKinsey publicó “The next frontier of care delivery in healthcare”, un análisis de las tendencias que definirán la prestación de servicios sanitarios en Estados Unidos en los próximos años, elaborado a partir de las aportaciones de expertos y dirigido por Shubham Singhal, Mathangi Radha y Nithya Vinjamoori. 

Según la consultora, diez son los atributos de la atención sanitaria del futuro que se definen a continuación y se visualizan en la infografía que los acompaña:

  1. Centrada en el paciente: este atributo reúne diversos aspectos como la visión holística y personalizada, la accesibilidad a los servicios y datos sanitarios, el uso de servicios de bienestar y la satisfacción de los usuarios.
  2. Virtual: la pandemia ha disparado el uso de la telesalud y ha predispuesto a proveedores y pacientes a nuevos modelos de atención que combinen la atención virtual con la presencial en servicios como la atención urgente, la consulta programada, la atención domiciliaria o la administración de medicación en el propio domicilio.
  3. Ambulatoria: la atención prestada en centros de salud representa un tercio de la actividad facturada en Estados Unidos. La prestación en régimen ambulatorio está asociada a menores tiempos de espera y de visita y menores tasas de complicaciones. 
  4. Domiciliaria: la atención prestada en el domicilio se expande a nuevos modelos como la diálisis domiciliaria o la hospitalización a domicilio. La combinación con los atributos anteriores permite la redefinición de los procesos de atención. 
  5. Basada en el valor y asumiendo riesgo: la expectativa de crecimiento de los contratos basados en valor durante los próximos años va asociada a la orientación a la prevención de los servicios y al papel de la atención primaria. 
  6. Dirigida por los datos y la tecnología: la salud digital y el uso de datos para la toma de decisiones y la personalización de la atención pueden cambiar la tendencia de los costes sanitarios, mejorar la productividad y facilitar el despliegue de la atención sanitaria basada en valor. 
  7. Transparente e interoperable: nuevas regulaciones obligan a la publicación de tarifas, restringen el bloqueo de datos entre proveedores y facilitan el acceso a los datos de salud.  
  8. Facilitada por nuevas tecnologías médicas: oportunidades de autoservicio para la gestión de patologías crónicas, monitorización remota, telemetría domiciliaria o robótica son ejemplos de tecnologías aplicadas a la transformación de los modelos de atención que llevan aparejados la terna ambulatoria, domiciliaria y virtual.  
  9. Financiada por inversores privados: la inversión privada en sanidad está creciendo significativamente y se orienta a nuevos modelos de atención que aprovechan las tendencias descritas anteriormente para revisar la experiencia del paciente.  
  10. Integrada pese a estar fragmentada: la integración de la atención se basa en la coordinación de agentes del ecosistema mediante plataformas tecnológicas. 

Pese a ser predicciones basadas y dirigidas al contexto sanitario de Estados Unidos, la mayor parte de los atributos descritos son de aplicación directa a nuestro contexto europeo con ciertos matices. Vale la pena retener como positiva la consolidación de nuevos modelos de atención en torno a las necesidades de la persona, el valor de la atención y las posibilidades de desconcentración aportadas por las tecnologías y los datos. La tendencia centrífuga hacia más atención ambulatoria, domiciliaria y virtual dibuja un cambio de paradigma substancial en la prestación de servicios con profundas consecuencias en cómo deben ser comprados, gestionados y provistos dichos servicios. Esta nueva constelación lleva a primar la prevención y el cuidado, pero requiere cambios fundamentales en los mensajes que se trasladan a los proveedores sanitarios. 

En el capítulo de “difícil transferencia”, el incremento de la inversión privada en el sector de la salud suscita sentimientos opuestos. Por un lado, la centralidad social de la salud provocada por la pandemia y agitada por la innovación tecnológica ofrece la oportunidad de aunar esfuerzos para mejorar desde dentro y desde fuera sistemas con tendencia a la inmovilidad. Por otro, la expectativa de retornos sugerentes a la inversión –que explica el interés del inversor privado– puede agravar las desigualdades ya existentes.  

Todo hace presagiar que conducir el futuro de la atención sanitaria a través de estas tendencias consolidadas será un reto lleno de equilibrios y compromisos entre el cambio necesario y las consecuencias indeseables que requerirá que los decisores dispongan de una brújula sofisticada. 

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