Recientemente Chris Ham y Don Berwick defendieron que los equipos de profesionales que atienden a los pacientes son los principales responsables de prestar una atención de calidad y segura, y situaron a los gestores y reguladores en segunda línea.
Los gestores sanitarios deberían dar apoyo a los clínicos mediante formación, recursos y tiempo, requisitos imprescindibles para ejercer su función de atender y de mejorar constantemente esta atención. No pueden hacerlo si no están focalizados en —y conocen bien— lo que está pasando en la primera línea y no hacen de esta realidad su principal prioridad.
Mientras los gestores tienen la responsabilidad de dar valor
a los equipos clínicos y rodearlos del ambiente y los recursos necesarios para
la mejora continua de la efectividad y de la seguridad, los líderes clínicos
deben conectar a gestores y profesionales y focalizarse en la detección de los factores
organizativos que tienen campo de mejora y trabajar en la reordenación y la innovación
necesarias para llevarlos a cabo. Acorde con esta mirada, la nueva definición
de profesionalismo asume que los profesionales que trabajan en la primera
línea, con el apoyo de otros, deben aceptar la responsabilidad de identificar y
retirar los obstáculos que impiden proveer una alta calidad asistencial. Recomendaciones
similares han sido ya defendidas por otros investigadores como Bohmer desde
2010, pero los autores insisten en este hecho dada la dificultad que existe en
la práctica para llevarlas a cabo.
Los reguladores deben centrarse más y mejor en modernizar
los recursos, la tecnología y los sistemas de información y en la formación de
los profesionales del futuro; así como también en exigir a las instituciones la
orientación de su trabajo a la mejora continua de la calidad controlando los
cambios que hacen en este sentido.
Llegan a esta conclusión después de haber estudiado en
profundidad hospitales como el Western Sussex Hospital NHS y el Virginia Mason
Medical Center —referentes en efectividad, en seguridad y en la implicación de
sus profesionales— y también centros, profesionales, pacientes, gestores y
directivos de instituciones del Servicio Nacional de Salud (NHS) y del Departamento
de Salud ingleses.
Se preguntan qué pasa hoy en la atención que da el NHS considerada
“normal”, cosas como retrasos innecesarios, promesas incumplibles,
fragmentación de la atención entre profesionales de diferentes instituciones y
de la misma institución, ineficiencia de las prestaciones, flujos desorganizados...
Y mientras esto sucede, a la vez, directivos y reguladores hablan de la excelencia
de la gestión y llevan a cabo realmente proyectos innovadores de primera línea.
¿Por qué esta aparente paradoja?
El principal problema que detectan es que los líderes de las
organizaciones no prestan suficiente atención a la primera línea. El gap entre los
gestores y los equipos clínicos es demasiado grande. Ellos viven en el mundo de
las finanzas y las estrategias, poniendo sus ojos en los retos y oportunidades
exteriores. Los otros viven en el mundo de la atención y los cuidados, poniendo
su mirada en lo que pasa localmente y pensando que las finanzas y las
estrategias están fuera de su control y que les interesan poco. La consecuencia
es que unos y otros no se conocen ni se entienden, y esto provoca frustración
en ambos. Las buenas organizaciones destacan por su empeño en disminuir este
gap. Esta sensibilidad operacional es uno de los grandes factores de éxito de
una organización.
¿Cómo evitar este círculo vicioso?
Bob Klaber, pediatra del Imperial College Healthcare NHS,
uno de los entrevistados, dice que pensamos que la calidad es un tema
predominantemente técnico, pero está claro que su reto principal es la
implicación: dando apoyo, facilitando y alentando a los profesionales,
pacientes y familias a identificar y realizar mejoras. Son cuatro los elementos
centrales en los que trabajar para la mejora de la calidad:
- Asegurar que todos los profesionales sepan que están apoyados por gestores y líderes en su rol de trabajar en la mejora continua de su trabajo.
- Dar formación en mejora continua de la calidad a todos los profesionales y gestores.
- Diseñar proyectos de mejora juntos profesionales, pacientes y población.
- Incorporar rigurosamente la metodología de mejora de la calidad en todos los trabajos de la institución.
La realidad de nuestro país es similar en muchos aspectos
descritos a otras instituciones. La gran presión asistencial a la que están
sometidos los profesionales asistenciales y las exigencias a las que están
sometidas las instituciones, para mantener su sostenibilidad y liderazgo y para
cumplir requisitos externos no siempre relacionados con las prioridades locales
asistenciales, les dificultan trabajar en el camino de la mejora continua de la
calidad. Prestar mucha más atención a la operativa de la primera línea en su
día a día, apoyar el liderazgo clínico y formar en la búsqueda e implementación
de las mejoras, es ineludible si queremos avanzar en la orientación a la
efectividad y la seguridad, finalidad última del trabajo de profesionales e
instituciones.
No puedo estar más de acuerdo. Hay q tender puentes de entendimiento entre gestores y clínicos
ResponderEliminarTotalmente de acuerdo ML el camino que queda es largo y difícil, pero la dirección a seguir está clara, gestores y clínicos deben tener el mismo objetivo y ser miembros del mismo equipo
ResponderEliminar😎
Como bien describe ML en su post, la presión ejercida en las diferentes partes del sistema sanitario (presión asistencial para los de primera línea, y finiciera/gestión para los gestores) pone en riesgo el desarrollo de la profesión sanitaria en su globalidad. Es decir, la innovación y la mejora están subyugadas a la disponibilidad de tiempo, a la orientación de objetivos que deben ser compartidos por los tres pilares básicos del sistema (políticos/planificadores, servicios y pacientes). La solución pasa por modificar algo en estos tres ámbitos como por ejemplo mayor sostenibilidad económica e independencia política, con mejor organización e implicación de gestores y clínicos, y con mayor educación de los pacientes en su consumo de recursos.
ResponderEliminarY esto es un pacto ineludible si queremos mantener uno de los pilares del estado de bienestar que hemos heredado del s.XX.
El objetivo está claro y los cambios son necesarios. Ahora falta explicarlos bien y que todos los actores desarrollen su parte.