miércoles, 28 de noviembre de 2018

La disrupción tecnológica en el mundo de la salud








Todos hablamos de la revolución tecnológica y somos testigos de como está transformando nuestro entorno. Primero fueron las agencias de viajes, luego los taxis y el alquiler de pisos turísticos, las compras online, la educación a distancia...

Sin embargo, una pregunta queda por responder: ¿cómo afectará la disrupción sanitaria a los sistemas sanitarios y a sus profesionales y usuarios?


Desde mi punto de vista, algo podemos saber: por ejemplo, que el cambio será progresivo y vendrá de la mano de la sucesiva implementación de tecnologías que provean avances en distintos aspectos de la práctica clínica, la gestión y la organización de recursos. También sabemos que los sistemas sanitarios son enormes organizaciones con grandes inercias y que los profesionales sanitarios solemos tener un perfil conservador a la hora de incorporar nuevas tecnologías. Antes de adoptarlas necesitamos disponer de pruebas científicas que sean útiles a la par que beneficiosas para el paciente y la sociedad. El problema reside en que la evidencia científica es costosa y muy lenta. El tiempo medio para que una nueva molécula se constituya en fármaco aceptado es de diez años, plazo inasumible para los productos y servicios de la esfera digital.

Quizá se pueda decir que la disrupción tecnológica sanitaria comenzó hace unas décadas con la instauración de los sistemas de historia clínica electrónica que permitieron empezar a digitalizar la prestación de servicios. Los crecientes volúmenes de datos favorecieron la creación de sistemas de información y gestión con los que conseguir saber qué se estaba haciendo y establecer hojas de ruta hacia objetivos de la organización.

En el momento actual hay mucha información registrada a la que no se saca un rendimiento y otra mucha en texto libre que sigue siendo cualitativa y no es susceptible de utilizar. ¿Qué pasará cuando haya algoritmos semánticos que puedan cuantificar tanto la información escrita en la historia como la hablada en la consulta?

Otro frente de avance vendrá de la mano de la tecnología 5G de telefonía móvil que generalizará los escenarios de realidad virtual inmersiva que permitirán interactuar a profesionales sanitarios y pacientes a distancia en teleconsultas de alta calidad. Asimismo será posible interactuar con bots o avatares artificiales que permitirán grados cada vez más depurados de conversación.

Los avances en wereables permitirán, a su vez, registrar un número creciente de variables: temperatura, ritmo cardiaco, tensión arterial, saturación arterial de oxígeno, actividad física, sueño... que cuando añadan los análisis faciales podrán efectuar inferencias en estados emocionales, cuantificación de dolor, impotencia funcional y otras muchas posibilidades.

Con tal cantidad de información será necesario crear unidades de inteligencia artificial personales que custodien, analicen y gestionen todos los datos biométricos que cada individuo produzca, conectadas a su vez a las de sus profesionales de salud responsables que velarán por ellas. Así como la progresiva instauración de los coches autónomos modificará completamente la movilidad tal y como ahora la conocemos, la implementación de asistentes personales de salud hará lo mismo con la prestación de servicios sanitarios.

La revolución será liderada por los propios ciudadanos al disponer de mejores servicios tecnológicos que progresivamente irán generando más información biométrica. Sabrán como duermen, como se mueven y como deberían moverse, sabrán sus grados de riesgo cardiovascular, detectarán de forma precoz arritmias, hipertensiones y diabetes, tendrán alertas de posibles patologías incipientes... todo lo cual producirá un previsible aumento exponencial de la necesidad de servicios sanitarios que chequeen, comprueben o actúen ante los datos presentados. Contra todo pronóstico, no serán los enfermos crónicos y complejos los que terminen desmontando los actuales sistemas sanitarios, sino los ciudadanos sanos deseosos de disfrutar de una mejor salud.

La hipótesis presentada trata de servir de ayuda para generar, en un primer momento, una reflexión global en los profesionales de la salud y, en un segundo, en el ámbito social. Dado que son los avances y propuestas del mercado, liderado por las cada vez más poderosas compañías tecnológicas, los que parece están llevando la iniciativa de desarrollo de las sociedades del conocimiento, ¿cuál debería ser el papel de los profesionales con conocimiento técnico?, ¿qué cursos de acción producirían más beneficio social?, ¿coincidirán con los que produzcan más beneficio personal?

Parecería sensato que los profesionales de la salud tuvieran un rol activo en el diseño y desarrollo de las nuevas herramientas y en las nuevas arquitecturas digitales que se irán construyendo. La conversación con ingenieros informáticos, desarrolladores y diseñadores debería incluir a sanitarios, pacientes y gestores. Para poder crear valor social es inteligente que a la propia fuerza del mercado le añadamos un plus de inteligencia colectiva basada en la mejor evidencia científica posible y en valores como la justicia y la solidaridad social. Es verdad que en salud todo va a cambiar, pero también lo es que es posible trabajar juntos para que dicho cambio se oriente hacia el escenario que como sociedad más nos beneficie.



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