lunes, 11 de mayo de 2020

Apuntes de gestión para centros de salud





No es lo mismo navegar sin viento que con marejada, no es lo mismo gestionar una unidad sanitaria en tiempo de calma que en pandemia, pero es útil aprender de las tormentas porque, como bien sabe el marino, nunca vienen solas. 

Los sistemas sanitarios públicos europeos son enormes estructuras que podríamos comparar a una flota, en la que los hospitales serían naves de gran tamaño y los centros de salud barcos más pequeños y ágiles. En estos días de desbarajuste, con una lluvia de protocolos desde la comandancia general pero sin una visión clara de a qué nos estábamos enfrentando, cada unidad hizo lo que pudo. Algunas maniobraron rápido, otras no tanto, unas lo hicieron con destreza, otras fueron sobrepasadas por las circunstancias. 


En mi caso, fui testigo de un buen ejemplo de autogestión y trabajo en equipo que logró adelantarse a los acontecimientos y elegir cursos de acción que resultaron adecuados. Si hubiésemos esperado a las consignas oficiales, sin duda hubiéramos tenido más bajas entre la población y los propios sanitarios. 

Sin embargo, el sistema sanitario no permite la autogestión de los centros de salud, sometidos a un rígido funcionamiento subordinado a una gerencia que trabaja en la distancia y ateniéndose exclusivamente a indicadores cuantitativos y mediciones de resultados, pero sin valorar cualitativamente la situación y, en consecuencia, desarrollando una función incompleta. Si hay calma chicha, el sistema funciona dado que tan solo hay que dejar que navegue a su albur, siguiendo la deriva que su inercia impone. Pero con viento o circunstancias de peligro la cosa cambia y la cadena de mando deja de ser operativa por su tradicional lentitud y falta de agilidad.

En estas semanas, poner encima de la mesa una propuesta audaz como diagnosticar y tratar las neumonías leves en pacientes jóvenes sin comorbilidades en los centros de salud para aliviar la urgencia hospitalaria chocó inevitablemente con un sistema que no es capaz de flexibilizar su forma de hacer las cosas. Por un lado, porque la coordinación con los hospitales es muy limitada y, por otro, porque la novedad no suele ser bienvenida por unos cuadros gestores que valoran más la seguridad del “siempre se ha hecho así”, algo comprensible por ser norma de la casa en las estructuras funcionariales del Estado. 

Proponer que profesionales de baja o en cuarentena pudieran acceder remotamente a los sistemas de historia clínica electrónica tampoco fue considerado factible, pese a que la proporción de bajas estaba siendo altísima y faltaba personal en todas partes. 

La única manera de innovar es no pedir permiso. Pero claro, esto supone una gran limitación en profesiones tan normalizadas como las sanitarias donde es bastante complicado salirse del camino trazado. 

Es un ejemplo de ello el uso de fotos o videoconferencias con pacientes dentro de las labores de telemedicina que hemos desarrollado. Muchos pacientes nos mandaban fotos de lesiones de la piel, de la garganta enrojecida, de un ojo irritado... A otros les proponíamos una videoconferencia para valorar su estado general, respiración y otros factores. En todos estos casos, lo hacíamos poniendo el interés y la seguridad del paciente en primer lugar, pero careciendo de permiso o autorización dado que estas actividades no están contempladas actualmente en la organización sanitaria. 

Sirva esta pequeña reflexión para poner de relieve que en un mundo cada vez más complejo, que se enfrenta a un horizonte de dificultad e incertidumbre, la única forma de sobrevivir es adaptarse y eso implica flexibilidad, creatividad e innovación. Los sistemas sanitarios van a ser sometidos a sobrecargas, peligros y circunstancias que van a exigir de ellos mucho más que lo requerido hasta ahora. Si mantenemos atadas las manos de los profesionales, no será posible la adaptación. Cuestiones como la autogestión de los centros, la optimización de la tecnología existente, la disminución de la burocracia –para dotar de más tiempo y capacidad al profesional– e incentivar la creatividad, en lugar de castigarla, son formas de acción que habrá que atreverse a implementar. A la sociedad no le va a valer si en la próxima crisis no estamos mejor preparados. 





Médico de familia. Villalba. Servicio Madrileño de Salud


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