Un colectivo de 300 profesionales de la salud, empleados del BHCHP
(Boston Health Care for the
Homeless Program), s’encargan de prestar servicios de salud a 37.000 “sin techo” de la región metropolitana de Boston en la que viven 5 millones de personas. Leyendo las historias personales que se explican en la prensa sobre el Boston Health Care for Homeless, te vienen a la memoria las típicas películas que ponen en Navidad en la televisión.
En el BHCHP se hacen 150.000 prescripciones farmacéuticas y se cuenta con un presupuesto anual de 40 millones de dólares. Esto da un ratio de unos 800€ por paciente tratado, bastante aceptable si se compara con el sistema público de salud catalán que dispone de 1.100 € por habitante (Anteproyecto Presupuesto Departamento de Salud para el 2014). Una buena parte de las atenciones son a "domicilio" en habitaciones compartidas de suburbios, moteles, bajo los puentes o simplemente en callejones medio perdidos de la ciudad.
El cuadro clínico de la pobreza extrema suele ir acompañado de abuso de sustancias y de enfermedad mental, y si no sabes dónde dormirás esta noche difícilmente te preocuparás por el impacto que el mal control de la diabetes tendrá en tu salud dentro de 10 años. A pesar de la dificultad intrínseca de los usuarios, los servicios de salud del BHCHP han obtenido el Nivel 3 de acreditación de la Comisión Nacional de Aseguramiento de la Calidad (lo tienen menos de un 50% de los centros), que tiene mérito si se tiene en cuenta que la población atendida es de transeúntes, con problemas de salud complejos y que vive en precariedad.
Los profesionales del BHCHP llevan smartphones, tabletas y conexiones móviles para acceder a las historias clínicas de los pacientes, centralizadas en el Boston Medical Centre. Sin las TIC sería imposible gestionar una base de pacientes con los que no se pueden agendar las citas y que se presentan cuando quieren y donde quieren. Hay que tener presente que los pacientes del BHCHP a menudo no están suficientemente enfermos como para ser hospitalizados ni suficientemente bien como para volver al "agujero" en el que viven.
El cuadro clínico de la pobreza extrema suele ir acompañado de abuso de sustancias y de enfermedad mental, y si no sabes dónde dormirás esta noche difícilmente te preocuparás por el impacto que el mal control de la diabetes tendrá en tu salud dentro de 10 años. A pesar de la dificultad intrínseca de los usuarios, los servicios de salud del BHCHP han obtenido el Nivel 3 de acreditación de la Comisión Nacional de Aseguramiento de la Calidad (lo tienen menos de un 50% de los centros), que tiene mérito si se tiene en cuenta que la población atendida es de transeúntes, con problemas de salud complejos y que vive en precariedad.
Los profesionales del BHCHP llevan smartphones, tabletas y conexiones móviles para acceder a las historias clínicas de los pacientes, centralizadas en el Boston Medical Centre. Sin las TIC sería imposible gestionar una base de pacientes con los que no se pueden agendar las citas y que se presentan cuando quieren y donde quieren. Hay que tener presente que los pacientes del BHCHP a menudo no están suficientemente enfermos como para ser hospitalizados ni suficientemente bien como para volver al "agujero" en el que viven.
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