La enfermedad, vista desde el modelo biopsicosocial, no sólo afecta al individuo y a su organismo, sino que altera las dinámicas familiares, sociales, laborales y económicas. A principios de siglo XX, en 1905, El Dr. Cabot, médico del Massachussets General Hospital de Boston, contrató a una trabajadora social por primera vez en un servicio sanitario, al constatar que los factores sociales y culturales que rodeaban a los pacientes tenían una relación directa con la eficacia de la atención sanitaria.
Los trabajadores sociales en el ámbito sanitario estudian, diagnostican y tratan los factores sociales que influyen en el mantenimiento de la salud, acompañando al paciente y haciendo de puente entre ellos, sus familias y los equipos sanitarios. Así en la humanización del proceso de hospitalización, para mejorar la atención a la cronicidad o incrementar la adherencia al tratamiento, se requiere de una atención integral que contemple la vertiente social y la más asistencial. Diferentes modelos de atención a la cronicidad, como la Pirámide de Kaiser Permanente redefinida por King’s Fund en Reino Unido, destaca que es esencial la combinación de la visión sanitaria y social frente a los distintos segmentos de la población afectada por una enfermedad, como visiones imprescindibles e integradas en la atención que requiere el individuo.
Tal como señala Pilar Porcel en el documento El treball social en l’àmbit de la salut: un valor afegit, la valoración social realizada al inicio del proceso hospitalario, aporta un valor añadido a la intervención del equipo multidisciplinar y al propio sistema, optimizando recursos, evitando reingresos hospitalarios y estancias prolongadas. Si tenemos en cuenta que un importante número de hospitalizaciones tienen su origen en problemas sociales y repercuten en el ámbito social, llegaremos a la conclusión de que el diagnóstico social sanitario complementa el diagnóstico clínico y contribuye al abordaje integral del paciente.
El Consorci de Salut i Social de Catalunya recientemente ha publicado la Guia de Diagnósticos Sociales en el Ámbito de la Salud para facilitar la intervención y sistematizar la información que se incorporará a la Historia Clínica Compartida del paciente. Un buen diagnóstico social debe contemplar elementos claves como la persona (que se encuentra en su contexto social y que le produce desequilibrios), la institución (herramienta principal de distribución de servicios para favorecer y asegurar el bienestar de la población), y la necesidad social (el problema en sí mismo), lo cual permitirá hacer un estudio detallado de la situación en conjunto (no sólo recoger datos sociales), y establecer las líneas de intervención sociales más adecuadas.
El abordaje social de los problemas de salud requiere la intervención del profesional del trabajo social. Estos expertos, con flexibilidad y empatía, aportan visiones complementarias a las de los clínicos, para la mejor relación con el paciente y su entorno familiar y comunitario. El Trabajo Social Basado en la Evidencia (TSBE) persigue que estas aportaciones combinen la experiencia profesional con la mejor evidencia de investigación posible, teniendo en cuenta cuatro elementos fundamentales: la investigación, la experiencia profesional, las expectativas, preferencias y valores de los usuarios así como los recursos disponibles.
Hoy la mayoría de centros sanitarios públicos (y en muchos privados) cuentan con trabajadores sociales en los diferentes niveles asistenciales (atención primaria, salud mental, atención sociosanitaria y hospitales de agudos) capaces de establecer un diagnóstico social sanitario. Esta aproximación prioriza las necesidades de la persona, aunque lamentablemente todavía existen concepciones de la gestión que desconocen (o desconsideran) el rol de estos profesionales y de la información que pueden aportar para el buen funcionamiento sanitario y optimización de recursos. Por ello, en demasiadas ocasiones, la función del trabajo social queda relegada a la conclusión (y cierre) de la atención asistencial, dejando al margen el aspecto social en la atención integral a la salud.
La apuesta de futuro se orienta a integrar el trabajo social en los equipos interdisciplinarios e incorporar los datos del Servicio de Trabajo Social Sanitario en los cuadros de mando de las instituciones sanitarias como uno de los indicadores clave del Sistema Nacional de Salud.
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