lunes, 16 de octubre de 2017

La revolución de los pacientes según Víctor Montori








Víctor Montori, profesor de medicina y diabetólogo de Mayo Clinic, en 2016 creó "The Patient Revolution", una fundación que se propone ayudar a hacer realidad la atención centrada en el paciente. En su nuevo libro "Why We Revolt", Montori hace hincapié en cómo la asistencia sanitaria industrial ha corrompido la misión de la medicina hasta el extremo de que ahora los médicos se ven incapaces de cuidar de las personas que confían en ellos (Para más información del autor en este mismo blog, se recomienda una búsqueda de la entrada "Montori V." en las etiquetas (columna de la derecha abajo). Entre otros posts, encontrarán el video de la conferencia que hizo en Barcelona el 19 de mayo de 2017).



El problema

El relato de "Why We Revolt" va creciendo a través de una trama precisa y original. La historia comienza por la crueldad que desprenden muchos médicos escondidos tras la pantalla del ordenador, las rutinas, los objetivos a cumplir o el ansiado factor de impacto; después el autor habla de la existencia de una visión de los pacientes en formato de casuística agrupada (blur = mancha borrosa). Muchos médicos van a la búsqueda de la catalogación de sus pacientes, dice, dado que eso les ofrece certezas. Montori cree, sin embargo, que, lejos de códigos y formularios, las entrevistas clínicas deberían generarse en un clima pulcramente personalizado. Más allá de las etiquetas, el autor defiende que si cada paciente es tratado de manera singular, esto tiene sentido clínico y se acaba reflejando en los resultados. El siguiente escalón en el relato es la codicia que se esconde tras los intereses, más o menos ocultos, de enriquecimiento por parte de la industria relacionada, la cual cuenta con la connivencia de la manera de hacer de muchos médicos. Esta codicia. dice, ha conseguido que la sociedad vea la medicina tecnificada como un bien de consumo y que en muchas consultas se planteen las decisiones en términos de "cuanto más mejor", asunto nefasto que atenta contra el valor del trabajo clínico. El último problema que se menciona es la sobrecarga que los procesos terapéuticos infringen en los pacientes, especialmente en los crónicos y frágiles. Según el autor, casi la mitad de las personas mayores cuentan que seguir las recomendaciones y los tratamientos que les mandan los médicos les es muy cargante, y que a menudo no recuerdan bien lo que tienen que hacer.

La receta: elegancia, solidaridad, amor e integridad

Los médicos deben buscar el tiempo imprescindible para destinarlo a los enfermos que lo requieren. Por ello deberían aligerarse de trabajos sobrantes y recuperar el control de su agenda. Cuidar personas enfermas tiene que ver con la elegancia que se genera en los actos asistenciales llevados a cabo a conciencia. Las prisas son una falta de respeto especialmente para los más necesitados de atención. El amor es otro de los elementos que Montori pone de relieve: "Sin un ambiente de estima, los pacientes no se sienten proclives a explicar algunos de sus aspectos más íntimos. El médico que se conforme con las superficialidades de una visita convencional, errará en el diagnóstico y en el plan terapéutico". Por el contrario, en un clima de confianza y de comunicación productiva, los dos actores, médico y paciente, avanzarán conjuntamente hasta conseguir compartir decisiones que tendrán sentido intelectual, emocional y práctico.

La práctica de la medicina industrial se ha convertido en una versión degradada de la evidencia, porque está forzando a los clínicos a catalogar a los pacientes para, a continuación, aplicarles guías que han demostrado que en la teoría funcionan para ese grupo. Montori, muy crítico con la medicina de manual, insiste en que ha llegado la hora de la revolución de los pacientes y por ello los médicos deben cambiar de actitud y, lejos de los formularios, deben realizar su trabajo clínico pensando de manera individualizada para cada persona que atienden. Esto les obligará a buscar más tiempo para escuchar, para debatir, para comprender y para implicar a las personas enfermas en sus propios procesos clínicos.

Víctor Montori explica que los médicos se han convertido en técnicos que apenas comprenden los problemas reales de las personas que atienden y, según él, hace falta una revolución para recuperar las esencias. Se deberían abandonar los indicadores de eficiencia médica para fomentar, por el contrario, el arte de la conversación, la única manera posible de acercar la evidencia científica a la manera de ser de cada persona y con ello conseguir una mayor efectividad clínica. Muchas gracias, Víctor, por haber escrito "Why We Revolt".



Jordi Varela
Editor

3 comentarios:

  1. Asimismo, percibo ciertos comportamientos paternalistas para obligar a cumplir las prescripciones nuevas sin visos de adherencia o concertación, con presencia de desconciliación en las transiciones asistenciales y con ausencia de consentimiento informado (información y toma de decisiones compartidas).
    Es triste sentir actitudes de abandono del paciente como el repunte de expresiones como: "si no va a hacer lo que le digo, no venga más", asociada a la prescripción de medicamentos nuevos.
    Probablemente sea sólo una percepción subjetiva mía y no una pauta en desarrollo.
    O por lo menos ese es deseo.

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  2. Totalmente de acuerdo con eso de que la práctica de la medicina industrial se ha convertido en una versión degradada de la evidencia, porque está forzando a los clínicos a catalogar a los pacientes para, a continuación, aplicarles guías que han demostrado que en la teoría funcionan para ese grupo.
    https://www.okomeds.com/

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