viernes, 30 de abril de 2021

¿Hablamos de negocios?

Josep Mª Monguet
Pereza colectiva



Cada vez que pronuncio la palabra negocio en una sesión de formación para un colectivo de profesionales de la salud observo, en el mejor de los casos, desconcierto y cierta incomodidad. Antes evitaba usar el término –pero desde hace un tiempo ya no– y reconozco que lo hago un poco por provocar. La economía de la salud se piensa básicamente en clave de gasto público y en ningún caso en clave de negocio e inversión, lo que constituye un error mayúsculo que, si no lo corregimos, pagaremos caro.

Hace unos días intentaba vender nuestro programa de “Formación-Proyectos” innex al Dr. Tentetieso (nombre inventado), director general de una comunidad autónoma. Al terminar me dijo que no veía oportuno el capítulo dedicado al negocio puesto que ellos son un servicio público. Os diré las cosas que le hubiera dicho, lo que no hice porque no era el momento.

Mire, Dr. Tentetieso, usted quizá no es suficientemente consciente de ello, pero la salud es el sector motor del siglo XXI, no lo digo yo, lo dice Fogel(1):  la salud es al siglo XXI lo que el ferrocarril fue al XIX y el automóvil al XX. ¿Y esto cómo se tiene que interpretar? En primer lugar usted, Dr. Tentetieso, tiene mucha más responsabilidad de la que cree y es de la máxima urgencia que entienda las diferentes dimensiones del concepto de negocio en el sector de la salud:

  1. Creación de ocupación. Cada dos profesionales de la salud que se implican en proyectos de innovación pueden inducir un puesto de trabajo sostenible intensivo en conocimiento para un profesional no sanitario: ingeniero, economista, abogado o diseñador, entre otros muchos.
  2. Creación de recursos. Los centros sanitarios, dependiendo de su dimensión, podrían ingresar cifras que se podrían situar entre el 1 y el 5% de su facturación en concepto de licencias y participaciones en innovación. Esto es lo que ya sucede en algunos de los hospitales de primer nivel del mundo.
  3. Motivación y liderazgo. Hay que dejar tiempo y libertad a los profesionales de la salud, uno de los sectores donde el nivel de formación de los empleados es más alto, para que puedan desarrollarse profesionalmente innovando. Ellos son los únicos que pueden hacer evolucionar los servicios de salud mediante la innovación.
  4. Incentivos profesionales. Los profesionales que asumen la responsabilidad y el trabajo de mejorar los procesos, los servicios o la creación de nuevos productos tienen que recibir la compensación económica justa. Por otra parte, es razonable esperar que en las organizaciones de salud haya referentes de innovación con la función de facilitar, promover y gestionar la innovación.

Y todavía hay otras dimensiones, algunas bastante relevantes, como el espacio de conexión entre la industria y los servicios, la dimensión óptima de las organizaciones o la complejidad de la logística-integración de los servicios.

Es obvio que la asistencia sanitaria universal es un activo irrenunciable, pero si tenemos que alcanzarlo a costa de impedir la visión de negocio en el ámbito de la salud, pondremos en riesgo incluso el valor de la universalidad, si no lo hemos puesto en riesgo ya.


1- Robert W. Fogel fue Premio Nobel de Economía en 1993.

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