lunes, 4 de noviembre de 2013

Unidades de Gestión Clínica: experiencias locales

En el post del lunes pasado hablé de la necesidad de crear Unidades de Gestión Clínica. Recuérdese, de manera esquemática, cuáles fueron las 7 bases imprescindibles para la creación de los nuevos formatos organizativos, de acuerdo con el concepto "Integrated Practice Unit" (IPU) de Michael Porter, que describí:


Ahora, en este post, quiero analizar, a la luz de las bases previamente definidas, tres iniciativas locales: una de atención primaria, una de hospital y otra sociosanitario, que creo que ya han tenido éxito, o que están en la buena línea:

Diabetes mellitus tipo II

Cuando una persona envejece y le empieza a fallar el páncreas (20% de la población de más de 64 años), el médico de familia detecta el problema y el equipo de primaria activa un programa soportado en la educación sanitaria y el seguimiento por parte de la enfermera. Se trata de una experiencia "diferente", porque en este caso el paciente diabético no se deriva al especialista, como ocurre con otras patologías, ya que para los diabéticos, la primaria actúa con mentalidad de atención continuada especializada, más allá del papel habitual de gatekeeper. Además, GEDAPS, un grupo profesional de estudio de la diabetes en la primaria, promueve formación, evaluación e investigación, y los resultados publicados están en primera línea mundial

Como modelo organizativo, la atención a la diabetes mellitus tipo II cumple casi todos los requisitos de las "Integrated Practice Unit" porterianas: pacientes bien identificados, implicados y con refuerzos formativos, liderazgo clínico claro, definición de procesos y planes terapéuticos individualizados, resultados clínicos explícitos (hospitalizaciones por descompensaciones y complicaciones propias de la diabetes) y evaluados con frecuencia. Pienso, sin embargo, que al modelo le convendría ahora una financiación en base capitativa ajustada para los riesgos de la población definida. Este sería, por supuesto, un avance en la mejora de la continuidad asistencial.
Enfermedades minoritarias

Respondiendo al epígrafe de enfermedades minoritarias, o raras, o de baja prevalencia, se ampara una casuística muy variada e imposible de estandarizar. Por este motivo algunos hospitales universitarios han creado unidades multidisciplinares que fomentan la atención integral (o en su defecto la coordinación) entre especialistas. La gran aportación de las unidades de enfermedades minoritarias es la visita conjunta de todos los especialistas implicados, con las dificultades organizativas previsibles, pero con una mejora innegable del servicio percibido por los enfermos y sus familias.

Las experiencias conocidas son muy incipientes y no son comparables entre sí. Tienen dificultades para obtener recursos específicos, más allá de los tiempos de dedicación de los profesionales. No se observan objetivos clínicos ni, por tanto, evaluaciones. En resumen: son unidades que hacen grandes esfuerzos de coordinación entre especialistas que tratan casos complejos e hiperfrecuentadores (quizás sería más preciso llamarlos frecuentadores caóticos). Se deberían ver estas unidades multidisciplinares de enfermedades minoritarias como un avance bien intencionado de una coordinación difícil, pero lejos aún de obtener la calificación de Unidades de Gestión Clínica.

Atención paliativa

Los equipos PADES, como en el caso de la diabetes tipo II, reúnen prácticamente todos los requisitos del concepto "Integrated Practice Unit" (IPU). Tienen bien delimitados los criterios de aceptación de pacientes, actúan de manera multidisciplinar, con equipos profesionales bien perfilados y liderazgos clínicos claros. Elaboran planes terapéuticos individualizados, implican a los pacientes y las familias y raramente derivan enfermos a otras unidades o servicios. Como consecuencia de todo ello, la satisfacción del servicio por parte de los usuarios es muy elevada. Estas unidades suelen disponer, además, de autonomía de gestión y de presupuestos propios.

A pesar de todos los aspectos positivos mencionados, que son muchos, quiero citar algunos retos que los equipos PADES tienen pendientes para avanzar en la línea de convertirse en Unidades de Gestión Clínica con sello IPU. Pienso que aunque los criterios de inclusión de pacientes son muy claros en fases avanzadas, en cambio no lo son tanto en momentos previos de la evolución de ciertos procesos clínicos donde la actuación paliativa debería moderar actuaciones clínicas desproporcionadas. Por otra parte, algunos equipos todavía tienen carencias para ofrecer continuidad asistencial y, para acabar con esta relación de retos, sería bueno que estas unidades fueran más activas a la hora de evaluar y publicar resultados.

Unidades de Gestión Clínica: temas pendientes

En otro post trataré de los esfuerzos de algunos hospitales para modificar, o dinamizar, los viejos organigramas en la línea de implicar más a los médicos en la gestión clínica. También será oportuno analizar la trayectoria de unidades especializadas que ya hace años que actúan de referentes en su campo.

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