Las unidades de cuidados intensivos son los recursos más costosos de los sistemas sanitarios, y es lógico que tanto los financiadores como el público en general nos preguntemos si el uso que de ellas se hace se ajusta a sus potencialidades. Pero, a pesar de este interés, tenemos que lamentar que en este campo los datos son más bien escasos. De los pocos a los que he tenido acceso quiero destacar dos: a) las variaciones son impresionantes: en EEUU los costes de las UCI representan el 1% del PIB, mientras que en el Reino Unido sólo un 0,1%, diez veces menos, y b) se detecta uso inapropiado, o si se prefiere obstinación terapéutica, en los períodos de fin de vida de personas con patologías crónicas: continuando en los Estados Unidos, se estima que entre el 13% y el 35% de los pacientes crónicos mueren en una UCI, o lo hacen en una cama de hospital después de haber sido ingresados en la unidad de críticos (Wennberg J. Tracking Medicine. Oxford University Press 2010).
Dos intensivistas de la Universidad de Pittsburg, la Dra. Rebecca Gooch y el Dr. Jeremy Kahn, han publicado en JAMA un modelo conceptual sobre la elasticidad de la demanda de los ingresos en las UCI. En una tabla de 2x2 han graficado la severidad de la enfermedad cruzada con las posibilidades de supervivencia.
Arriba a la izquierda del modelo se enmarca la población diana para ingresar en una UCI: enfermo complejo con posibilidades de salir adelante y, por el contrario, abajo a la derecha está la población que nunca debería ingresar en una unidad de críticos: paciente crónico y frágil con episodio de final de vida. En los otros dos cuadrantes, poca complejidad con posibilidades reales de supervivencia (angina de pecho) y mucha complejidad pero en fase de final de vida (coma postraumático irreversible), son los dos tipos de pacientes que ingresarán si hay camas disponibles, y no lo harán si no las hay, y eso es lo que los autores comparan con la elasticidad de la demanda, como cuando una autopista se amplía con un nuevo carril, pero, sorprendentemente, las retenciones de las horas puntas no mejoran porque hay gente que, dado el nuevo recurso, para ir a trabajar abandona el transporte público y coge el coche.
De acuerdo con el modelo conceptual de la elasticidad de la demanda, las estrategias para ajustar los ingresos de pacientes en las unidades de críticos deberían seguir los siguientes criterios:
- Ajustar el número de camas de UCI a la casuística de pacientes complejos con posibilidades de supervivencia.
- Evitar ingresar pacientes crónicos, especialmente en el periodo final de vida.
- Dimensionar unidades de enfermería de observación para pacientes que, a pesar de tener necesidades especiales, no cumplen los requisitos del target del modelo.
Para avanzar en la línea de las buenas prácticas clínicas, es necesario evaluar, mucho más de lo que ahora hacemos, la adecuación de los ingresos en las unidades de críticos, sobretodo para reducir el derroche de recursos, pero también para evitar sufrimientos innecesarios a personas que quizás recibirían una atención más apropiada en otros tipos de dispositivos asistenciales.
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