Telemedicine has potential to expand access to high-quality care and reduce costs, but it faces major threats. http://t.co/xnofXFQvV5
— NEJM (@NEJM) abril 30, 2015
En un artículo en el NEJM, Jeremy Kahn, intensivista de la University of Pittsburgh, analiza los retos de la telemedicina, entendida como la asistencia médica no presencial. Hoy ya hay varios campos en los que la telemedicina está consolidada, como en el radiodiagnóstico o la dermatología; pero también hay otros en que las experiencias son prometedoras, como los teleictus o telecríticos, programas que responden a modelos que permiten que la experiencia de ciertos especialistas pueda hacerse efectiva en hospitales remotos que, de otra manera, no podrían contar con sus servicios. También empieza a haber experiencias de telemedicina entre médicos de familia y pacientes, como las consultas asíncronas no presenciales (el paciente, ya conocido presencialmente, consulta vía mail seguro, y el diálogo mediante mensajes escritos con el médico se registra en la historia clínica), o bien consultas por videoconferencia entre médicos y pacientes con limitaciones de movilidad.
El avance de la telemedicina es imparable, como lo es todo lo relacionado con las tecnologías de la información y la comunicación, pero eso no quita que, en un universo tan complejo como el de la gestión clínica, convendría poder evaluar, al menos, dos aspectos: a) efectividad clínica, por poner un ejemplo, se debería poder saber si los pacientes ingresados en unidades de críticos con soporte remoto de especialistas observan más o menos mortalidad (o complicaciones) que los de las unidades desconectadas; y b) impacto en sobreactuación médica, como por ejemplo, el sobrediagnóstico del melanoma generado por la teledermatología.
Jordi Varela
Editor
El avance de la telemedicina es imparable, como lo es todo lo relacionado con las tecnologías de la información y la comunicación, pero eso no quita que, en un universo tan complejo como el de la gestión clínica, convendría poder evaluar, al menos, dos aspectos: a) efectividad clínica, por poner un ejemplo, se debería poder saber si los pacientes ingresados en unidades de críticos con soporte remoto de especialistas observan más o menos mortalidad (o complicaciones) que los de las unidades desconectadas; y b) impacto en sobreactuación médica, como por ejemplo, el sobrediagnóstico del melanoma generado por la teledermatología.
Jordi Varela
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