Con una sola voz
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Este puede ser uno de los motivos por los que, según el Barómetro UDP, en estos dos últimos años más de una cuarta parte de las personas mayores no pudieron realizar alguna gestión cotidiana que sólo podía realizarse de manera telemática. Este porcentaje aumenta hasta casi el 60% si además son personas con bajos ingresos. Así pues, aunque los datos sobre utilización de las TIC por parte de los adultos mayores han mejorado, la brecha digital intergeneracional no ha desaparecido. Buena parte de las personas mayores carecen de conexión a internet o no tienen las habilidades necesarias para usar unos dispositivos digitales diseñados sin tener en cuenta sus necesidades. Además, la movilidad reducida, la discapacidad, la vivienda en entornos rurales o el hecho de percibir su envejecimiento de forma negativa suponen importantes barreras para su inclusión digital, lo que continúa siendo un reto para nuestra sociedad.
Buena parte de las personas mayores carecen de conexión a internet o no tienen las habilidades necesarias para usar unos dispositivos digitales diseñados sin tener en cuenta sus necesidades.
Según este mismo barómetro, el 14% de las gestiones telemáticas que las personas mayores no pudieron realizar eran de carácter sanitario. De acuerdo con la teoría unificada de aceptación y uso de la tecnología (UTAUT), la edad cronológica, junto al edadismo digital, son las principales barreras que las personas mayores encuentran en el acceso a esta tecnología. Si a esta doble marginación le sumamos la falta de conocimientos y la limitación de sus habilidades sensoriales y motoras, tenemos como resultado una situación de aislamiento y soledad que las pone en riesgo de exclusión social o darwinismo tecnológico: o se adaptan a las condiciones impuestas o quedarán excluidas.
El edadismo y la limitación de las habilidades sensoriales y motoras de las personas mayores provocan una situación de aislamiento y soledad que las pone en riesgo de exclusión social.
La sostenibilidad de una sociedad que envejece depende en gran medida de nuestra habilidad para crear entornos tecnológicos de diseño inclusivo, donde los adultos mayores puedan participar sea cual sea su estado de salud. De lo contrario, si centramos la accesibilidad sanitaria exclusivamente en medios digitales, inevitablemente se generarán desigualdades. Para evitarlo es necesario garantizar que se cumplen las pautas de accesibilidad web para personas con discapacidad, impulsar la alfabetización digital, realizar diseños con participación de las personas mayores y disponer de una alternativa viable, efectiva y segura que respete el derecho a consentir u oponerse a la utilización de herramientas digitales para la atención que van a recibir.
El reto de nuestra sociedad es crear entornos tecnológicos de diseño inclusivo para que las personas mayores puedan participar sea cual sea su estado de salud.
En este sentido, la gerontecnología o AgeTech como se conoce en muchos países europeos y en Estados Unidos, lleva a la práctica la “tecnología inclusiva para la edad”, diseñada con y para personas mayores, yendo más allá del diseño de dispositivos con botones grandes y sonidos elevados. El Age Tech trata de poner a los adultos mayores en el centro del proceso de diseño para, de esta forma, satisfacer sus necesidades y aspiraciones.
La International Society for Gerontechnology (ISG) publica una revista académica de acceso abierto que fomenta y promueve innovaciones tecnológicas que dan respuesta a las necesidades de las personas mayores. Una reciente revisión de esta revista explora los factores que influyen en la adopción de la mHealth entre los adultos mayores: 1) Barreras de disposición, 2) Usabilidad de los dispositivos móviles y 3) Influencia social.
Las barreras de disposición están relacionadas con la falta de confianza de las personas de edad en su capacidad y respecto a la tecnología, lo que a su vez les genera ansiedad. Además, el deterioro físico y cognitivo relacionado con la edad también puede ser una barrera importante en el uso de la mHealth. Los adultos mayores que superan estas barreras dependen del apoyo social de la familia y de los profesionales sanitarios para reconocer a la mHealth como una buena herramienta para el cuidado de su salud.
La falta de confianza de las personas mayores en su capacidad y respecto a la tecnología, además del deterioro físico y cognitivo relacionado con la edad, puede ser una barrera importante en el uso de la mHealth.
Por su parte, el Foro Español de Pacientes propone 10 cuestiones prioritarias para evitar el aislamiento digital de las personas mayores en la sanidad:
- Disponer de alternativas al acceso on-line a los centros de salud y hospitales (para citas y listas de espera).
- Garantizar el acceso en forma escrita a la información sobre su tratamiento.
- Acceso telefónico alternativo para los mayores de 65 años.
- Medidas especiales para facilitar el acceso a las prestaciones y servicios sanitarios a los mayores con diversidad sensorial.
- Alternativas en el acceso al sistema sanitario para mayores que viven en zonas rurales con nula o baja conectividad.
- Formación básica para mayores sobre internet y salud.
- Acuerdo con asociaciones de pacientes para desarrollar acciones frente al aislamiento digital de los pacientes mayores.
- Acuerdos en el Consejo Interterritorial para resolver los problemas que para los mayores puede suponer la transformación digital del Sistema Nacional de Salud.
- Inclusión de la brecha digital sanitaria en la Estrategia de Salud Digital.
- Por último, pide a la Secretaría General de Salud Digital la constitución de una mesa sobre digitalización y atención sanitaria de pacientes mayores que identifique las mejoras necesarias para acceder a la sanidad y relacionarse con los profesionales, adaptadas al nivel de digitalización actual de los más de nueve millones de personas mayores de 65 años que hay en España.
El edadismo es un tipo de discriminación muy frecuente, aunque se expresa sutilmente y sin intención explícita de hacer daño. Para evitarlo es necesario comprender cuál es la tecnología digital que necesitan las personas mayores, cuál es su capacidad para utilizarla y cómo se las incluye para darles "voz" en el proceso de diseño y en las políticas relacionadas. De esta forma no se verán obligadas a depender de terceras personas y podremos respetar su derecho a la información y su autonomía en la toma de decisiones.
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