Las desigualdades en salud están relacionadas con factores individuales y sociales. La forma en que la gente vive, trabaja y envejece; así como los factores políticos, sociales o económicos que les acompañan, varían intensamente según el lugar en el que viven. La muerte, que podría ser “la gran igualadora”, no parece que lo sea, como afirma el Dr. Puri en su artículo "Unequal Lives, Unequal Deaths", en el cual argumenta que las diferencias sociales y en salud durante la vida, se dan también en el momento de la muerte. Tal como sugieren autores daneses en BMJ Supportive & Palliative Care: "Socioeconomic position and place of death of cancer patients", las personas con menos recursos tienen más difícil poder beneficiarse de una muerte digna en su hogar.
Cuando un paciente elige morir en una institución sanitaria lo hace por diferentes motivos. Higginson et al., en "Dying at home – is it better: A narrative appraisal of the state of the science" identificaron, además del nivel socioeconómico, otros elementos también determinantes como las preferencias de los pacientes, el acceso a la asistencia domiciliaria o el apoyo de la familia. Veamos cada una por separado.
Las preferencias del paciente y el papel de los cuidadores. Disminuir la carga familiar puede ser decisivo a la hora de escoger el lugar donde se desea morir. En el estudio de Agar, Currow, Shelby-James et al. publicado en Pallative Medicine, se pudo asociar la preferencia de los pacientes por morir en hospitales con la sensación que éstos tenían de llegar a ser una carga familiar. En este sentido, el papel de los cuidadores es de gran relevancia, ya que la muerte en casa, aunque sea más tranquila y menos dolorosa, requiere de un apoyo más amplio de estos. Así se destaca en el artículo publicado en BioMed Central: "Dying at home leads to more peace and less grief, but requires wider support", y en diferentes estudios que apuntan una fuerte relación entre lugar de la muerte y soporte familiar, hasta el punto de que la disponibilidad de un cuidador en la familia es el factor predictor de mayor potencia para que el paciente decida morir en su hogar.
La progresión de la enfermedad
Cuando la enfermedad avanza se hace más difícil manejar el dolor y el control de los síntomas. En este momento, pacientes y cuidadores, pueden considerar que en el hospital el paciente se beneficiaría de mejores tratamientos que en el domicilio. En este sentido, el artículo publicado en Plos One: How Could Hospitalisations at the End of Life Have Been Avoided? A Qualitative Retrospective Study of the Perspectives of General Practitioners, Nurses and Family Carersen expone 5 elementos clave que podrían ayudar a evitar la hospitalización al final de la vida:
Cuando la enfermedad avanza se hace más difícil manejar el dolor y el control de los síntomas. En este momento, pacientes y cuidadores, pueden considerar que en el hospital el paciente se beneficiaría de mejores tratamientos que en el domicilio. En este sentido, el artículo publicado en Plos One: How Could Hospitalisations at the End of Life Have Been Avoided? A Qualitative Retrospective Study of the Perspectives of General Practitioners, Nurses and Family Carersen expone 5 elementos clave que podrían ayudar a evitar la hospitalización al final de la vida:
1) el cambio de mentalidad cuando se acerca la muerte;
2) ser capaz de proporcionar tratamiento y cuidado en el hogar en los momentos de crisis;
3) intervenciones para hacer frente a complicaciones esperadas;
4) guiar al paciente y su familia de manera global frente a la enfermedad;
5) continuidad de cuidados y tratamientos en el hogar.
La disponibilidad de servicios de atención domiciliaria como hospitalización a domicilio, cuidados paliativos y demás recursos sociales y de salud, son algunos de los factores más importantes asociados al lugar de fallecimiento. Así, el contexto geográfico en el que viven las personas condicionará el acceso a este tipo de recursos, siendo un factor a tener en cuenta a la hora de analizar el lugar donde se produce la muerte del paciente.
Diversos estudios destacan la importancia de la información sobre el lugar donde muere el paciente como reflejo de desigualdades sociales y territoriales, lo cual debe impulsar decisiones basadas en la evidencia sobre las políticas de salud en función de los diferentes territorios y grados de accesibilidad a los servicios adecuados. Además nos aportan una interesante información sobre paciente y cuidador, a la vez que nos permiten revisar el estereotipo de pacientes con poca responsabilidad en su autocuidado. La realidad es más compleja, por lo que el equipo de salud ha de facilitar decisiones tomadas en un ambiente justo y equitativo. Reconocer esta realidad ha de permitir encontrar lugares alternativos para atender a estas personas al final de su vida, y poder proporcionar a todas ellas y no sólo a las que disfrutan de la estabilidad socioeconómica, las opciones que consideren más cómodas y dignas.
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