El universo de mi infancia estaba lleno de reglas incontestables, la mayoría de ellas tenían que ver con los preceptos de la religión, aunque el asunto afectaba a todos los aspectos de la vida cotidiana. Recuerdo, por ejemplo, que no podías bañarte en el mar o en la piscina si habías comido o bebido en un plazo mínimo de dos horas, periodo que las familias más estrictas alargaban hasta tres. Cuando ya eras adolescente y protestabas, los padres te contaban todo tipo de calamidades que te podían pasar si incumplías la norma, de acuerdo con un montón de leyendas que iban pasando de generación en generación.
En esta cultura costumbrista, la medicina moderna fue creciendo a lo largo del siglo pasado en un clima en el que una teoría fisiopatológica convincente daba la pátina científica apropiada para crear una nueva recomendación, que al poco ya se convertía en una costumbre incontestable. A modo de ejemplo, en los últimos días me han caído en mis manos tres estudios que ponen en cuestión prácticas clínicas que se han ido arraigando de acuerdo con los preceptos de la medicina basada en las costumbres.
Vitamina D y calcio para prevenir fracturas en los ancianos
Si con el paso de los años los huesos se vuelven frágiles y pierden calcio, es lógico pensar que tomar suplementos de vitamina D y calcio puede reforzarlos y prevenir fracturas, pero ahora una revisión sistemática de estudios realizados en personas mayores que viven en un entorno comunitario ha concluido que estos suplementos no reducen la incidencia de fracturas (la revisión ha excluido las personas institucionalizadas, con déficits de vitamina D, osteoporosis o con fracturas previas). Lo que sí se ha descubierto, en cambio, es que estos suplementos están asociados a una mayor incidencia de piedras en el riñón.
No tomar líquidos dos horas antes de una anestesia
Los protocolos preoperatorios de la medicina basada en las costumbres recomiendan no ingerir líquidos dos horas antes de una intervención, dando por hecho que una persona con líquido en el estómago es más fácil que vomite en el postoperatorio, pero un estudio retrospectivo inglés, con 11.500 pacientes, ha descubierto que la realidad contradice la teoría. Es decir, tomar líquidos sin restricciones antes de la inducción anestésica reduce la probabilidad de sufrir náuseas y vómitos en el momento de despertar. Este descubrimiento está haciendo cambiar las pautas, y ahora las anestesias de intervenciones urgentes ya se deberían poder afrontar sin tantas prevenciones.
Recomendar comida sin sal a personas con insuficiencia cardíaca
La sal es un condimento alimenticio que ayuda a subir la presión y, por este motivo, abolirla de la cocina de la gente mayor tiene un gran predicamento, pero si ponemos el foco en las personas con insuficiencia cardíaca, vemos que una revisión sistemática concluye que no hay suficiente evidencia que avale retirar la sal de la comida de estos enfermos en su vida cotidiana, ni tampoco prescribir dieta sin sal durante sus hospitalizaciones. La cuestión es que las personas con insuficiencia cardíaca ya sufren muchas limitaciones y deben tomar mucha medicación, por lo que sería conveniente no añadirles más prohibiciones, especialmente si sabemos que no sirven para nada.
Revisar prácticas y rutinas a la luz de la evidencia es una estrategia obligada, si queremos dejar atrás la medicina basada en las costumbres, una cultura que tanto daño innecesario ha hecho (y está haciendo) a la humanidad.
Si les interesa el tema, les recomiendo la lectura de tres posts recientes: dos de Nacho Vallejo: "A la búsqueda de las cosas que hacemos sin motivo" y "Algunas propuestas para reducir las cosas que hacemos sin motivo" y uno de Xavier Bayona: "Prevenir el burnout y retener talento en las organizaciones sanitarias."
Jordi Varela
Editor
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