viernes, 29 de julio de 2022

Camuflajes

Antoni Peris
Derivas de cine


Frecuentemente las enfermedades y los traumas se camuflan, se transforman en síntomas y signos con apariencia de otros sufrimientos, otras situaciones vitales. El clínico requiere experiencia y cierta intuición para identificar las molestias y los dolores presentados por los pacientes, algunos de los cuales los sufren como somatización, mientras que otros más bien los viven como un recurso que les ayuda a superar otros males todavía más dolorosos. 

Esta situación me hace pensar en tres películas vistas este mismo año, obras que camuflan la historia nuclear que quieren explicar bajo formas genéricas muy diferentes. Alcarràs (C. Simón, 2022) es un film muy premiado que se desarrolla, aparentemente, como una docuficción sobre un campesinado en crisis. Pero más allá de este marco social hay una reflexión sobre la familia, sobre el papel que ejerce la tradición y cómo la asumen y la viven los hijos, a veces a regañadientes. El trabajo de campesino que cultiva tierras de otros se extingue, y el heredero se enfrenta a un enorme vacío vital. El trabajo de toda una vida pierde el sentido. Ni las ganancias ni los esfuerzos tienen finalmente valor alguno. Y es en este contexto de crisis donde la mujer, realista, pilar de la familia, hace piña con el hombre, los hijos, las hermanas y los cuñados para salir adelante. Carla Simón, después de aquella delicatessen que fue Verano 93, construye, bajo apariencia documental, un riguroso drama rural y transmite su amor al campesinado mediante unas imágenes potentes, con la ayuda de unos actores tan amateurs como excepcionales. Finalmente no sabremos cómo se ganarán la vida en el futuro, pero la directora cierra la cinta con una imagen de dignidad de toda la familia. 

También en cartel actualmente Todo a la vez en todas partes (Everything everywhere all at once, D. Kwan, D. Scheinert, 2022), otro drama familiar camuflado como obra de ciencia ficción y una de las más extrañas de este año. Esta historia de una mujer china propietaria de una lavandería en crisis que experimenta saltos témporo-espaciales durante el ataque de una criatura asesina de otro universo no es otra cosa que una divertida alegoría de la crisis personal y familiar de la protagonista. Paradójicamente, a medida que se desarrolla la inverosímil trama –que incluye referencias que van desde el cine de acción de Hong Kong hasta 2001, pasando por Deseando amar y las obras de superhéroes– y que la película va girando sobre sí misma para constituir una comedia absurda repleta de situaciones delirantes –la parodia de Ratatouille resulta tan desconcertante como hilarante– se va definiendo un drama sobre la crisis de una mujer que se enfrenta a su realidad. A la múltiple labor de pequeña empresaria se añade la de mujer de un marido bastante inútil, una hija rebelde y un padre tiránico que, envejecido y enfermo, reaparece en su vida y en su casa exigiendo ser cuidado. Todo a la vez... no solo es un sólido drama familiar, sino una brillantísima metáfora sobre el rol de las mujeres de mediana edad que se ven despreciadas por una estructura y una dinámica social que les hurtan las posibilidades de triunfo personal, sacrificadas en el esfuerzo de sacar a la familia adelante... Un drama aliñado con una salsa que incluye luchas interdimensionales, rocas que hablan y personajes con dedos como salchichas (y una memorable aparición de Jamie Lee Curtis como siniestra funcionaria de hacienda). 

Y una coletilla. Aprovechamos el estreno para llamar la atención sobre otra obra tan extravagante como contundente, tan angustiosa como potente, Men (A. Garland, 2022), un cuento de terror bastante inquietante donde una chica víctima de un maltratador, refugiada en un espacio de aparente descanso, es asediada (literalmente) por todas sus pesadillas. Una desconcertante puesta en escena (con final desbordante) que denuncia la indefensión femenina ante acosadores violentos u otros más sutiles, protegidos por convenciones sociales. 

A menudo en la vida, en las enfermedades y en el cine, la realidad de fondo se manifiesta de forma distorsionada, o simbólica, o rodeada de síntomas que deben ser investigados e interpretados.

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