La principal lacra que nos ha dejado la crisis ha sido unas tasas de desempleo a todas luces inaceptables. Los casos de España y Grecia son sin duda los más dramáticos en el contexto de la Unión Europea, con tasas de 23,7% y 25,8% respectivamente, acompañados de 8 países con tasas superiores al 10% entre los que se encuentran Italia y Francia.
Las razones de esta situación tienen varias explicaciones no necesariamente excluyentes. Los más optimistas abogan por una explicación de ciclo económico con la esperanza de que este cambiará cuando se recupere la demanda, mientras que los más pesimistas se inclinan por pensar en que hemos entrado en una fase de estancamiento duradero debido a la reducción de la tasa de crecimiento de la productividad y que incluso estamos en la era del "fin del trabajo" como definió Jeremy Rifkin. Frente a los problemas es habitual observar dos actitudes opuestas y muy humanas: la búsqueda del culpable y la búsqueda de la solución.
La búsqueda del culpable
Hace 200 años se dio en Inglaterra el movimiento ludita como reacción a la introducción de la máquina de hilar en la industria téxtil. El término se ha recuperado recientemente tras el prefijo “neo” para caracterizar al movimiento social de oposición a la invasión tecnológica. A diferencia de su antecesor, el neoludismo es más sutil y no afronta el problema mazo en mano. La estrategia neoludita pasa por cargar sobre la máquina la responsabilidad de los problemas actuales y el desempleo es el gran aliado. La substitución de trabajo manual por trabajo automatizado ha sido una constante en las últimas décadas, véanse gasolineras u oficinas de banca. La automatización ha sido fuente de mejora de la productividad pero también razón de la destrucción de empleos en determinadas industrias. El espíritu antidigital anda en busca de equipaje y está penetrando en la estética más de tendencia. El hipsterismo es su expresión más aguda.
Hay una actitud alternativa que tras el juicio retrospectivo de la historia ha resultado más pragmática: aceptar el cambio y buscar como evolucionar con él. Esta es la receta al problema del desempleo y la tecnología que analizan minuciosamente Eric Brynjolfsson y Andrew McAfee en "Race against the machine" (2011). Los investigadores del MIT sugieren que la estrategia a seguir frente al impacto disruptivo de la tecnología digital pasa por (1) acelerar y mejorar la innovación en las organizaciones e (2) invertir en el desarrollo del conocimiento de sus profesionales. La automatización afecta de forma directa a los trabajos más mecánicos, más repetitivos y menos creativos. Sin embargo, el potencial humano se encuentra precisamente en las áreas donde las computadoras son más débiles, abriendo un espacio natural de simbiosis y colaboración entre la persona y la máquina donde explorar la multitud de mejoras que se pueden introducir en la producción actual.
Los servicios sanitarios se han visto poco afectados en términos de empleo por la introducción de tecnología en comparación con otros sectores. La producción de salud es de difícil automatización convirtiendo al ámbito sanitario en lugar propicio para la colaboración persona-maquina. Siguiendo las pautas de Brynjolfsson y McAfee, la creación de espacios para la innovación sanitaria y la inversión en el desarrollo de nuestras capacidades son dos caminos complementarios para el aprovechamiento del potencial humano y tecnológico y, orquestado con inteligencia, la oportunidad para crear nuevas oportunidades de actividad y ocupación.
Videoepílogo: la fórmula puede ser también "problema + culpable = solución"
No hay comentarios:
Publicar un comentario