Should we assume that the extra GP caseload comes down to a combination of time wasters and an ageing population? http://t.co/XkICaHx2CA
— Guardian Healthcare (@GdnHealthcare) julio 28, 2015
Alanna Collen, bióloga y escritora, publica en The Guardian una interesante reflexión sobre el uso que muchas personas hacen del médico de familia. La autora defiende que, de manera casi silente, en las últimas décadas ha ido surgiendo una epidemia de mala salud, en el sentido de que cada vez hay más gente que necesita visitas periódicas del médico de familia para ser atendidas de sus dolencias, por otra parte compatibles con una vida normal (o casi normal): alergias, acné, depresión, ansiedad, dificultades digestivas, obesidad, por poner algunos ejemplos típicos de mala salud. Una cifra significativa de la supuesta epidemia es que, en el Reino Unido, la frecuentación al médico de familia de las mujeres de alrededor de los 50 años ha pasado de 4,2 visitas al año a 6 desde 1995 a 2009.
Algunos datos epidemiológicos (del NHS inglés) que da la autora: a) las alergias se han triplicado en las dos últimas décadas del siglo pasado, b) el asma se registraba en el 0,4% de los niños durante los años 40 y ahora ya afecta a una cuarta parte de todos los niños, y c) el síndrome del intestino irritable se está detectando ya en un 15-20% de la población.
Todo ello hace que las consultas de los médicos de familia se llenen de personas enfermizamente sanas, afectadas de procesos que, sin ser propiamente enfermedades, las harán estar dependientes de los servicios sanitarios y de los farmacéuticos, en muchos de los casos, durante todo su vida. Dado que éste es un hecho incontrovertible, sería bueno que desde el ámbito profesional se tuviera cuidado de evitar la medicalización excesiva de las personas afectadas por los síndromes propios la epidemia de mala salud.
Jordi Varela
Editor
Jordi Varela
Editor
Es el campo de la #PrevenciónCuaternaria.
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Personas sanas que se sienten enfermas.
Donde más procedimientos innecesarios podemos evitar.
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