Alba Brugués
La dolce vita
Banco de Imagenes Enfermeras: Ariadna Creus y Àngel Garcia |
El envejecimiento generalizado de la población, el aumento de la esperanza de vida, el incremento de personas que sufren enfermedades crónicas, la creciente necesidad de programas orientados al autocuidado y a la autonomía en la toma de decisiones en términos de salud, una mayor orientación a la prevención de enfermedades y a la promoción de la salud, el elevado número de enfermeras que se jubilarán en los próximos años, el déficit estructural por el año que no se graduó ninguna enfermera en las universidades debido al paso de diplomatura a grado y otras causas que tenemos sobradamente diagnosticadas nos llevan a la conclusión de que faltan enfermeras. La situación de crisis sanitaria ocasionada por la pandemia de COVID-19 durante 2020 lo ha hecho todavía más patente.
La formación de la profesión enfermera supone una inversión de cuatro años para obtener el grado y dos años más para cursar una de las seis especialidades reconocidas. Esto sin tener en cuenta los másteres, posgrados y doctorados. Una enfermera altamente cualificada supone una inversión de seis años de formación antes de incorporarse al mundo laboral en el caso de las especialidades. Si nos centramos en la situación actual, vemos que llegamos tarde. Se necesita una apuesta firme y valiente para resolver este déficit. Tanto a corto como largo plazo.
Algunos datos y propuestas que hemos de tener en cuenta para paliar esta situación:
1. Crear más plazas para estudiar el grado de enfermería en las universidades
Para incrementar las ratios hay que crear más plazas en las universidades y buscar el equilibrio entre las jubilaciones, la ratio de enfermeras por cada 1.000 habitantes que se considere adecuada y el modelo de sistema de salud que se necesita dadas las características de la población actual y del futuro.
Si esta medida se aplica en el curso 2021-22, no obtendremos resultados hasta dentro de cuatro años. Recordemos que actualmente la media de enfermeras por cada 1.000 habitantes de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) es de 9, mientras que la media de las comunidades autónomas de España es de 5,51 y la de Cataluña de 6,09.
2. Recuperar enfermeras que trabajan en otros países de Europa
Hay un número considerable de enfermeras que se marcharon a trabajar a otros países europeos en épocas en que las condiciones laborales eran muy precarias. Una parte de ellas se podrían recuperar si se les ofrecieran contratos más atractivos.
3. Estabilizar puestos de trabajo y evitar contratos precarios
Hasta tener un puesto de trabajo estable, con un contrato razonablemente atractivo, una enfermera puede pasar bastantes años de su vida laboral con contratos de días, semanas o meses, rotando por diferentes servicios y ámbitos asistenciales. Los contratos precarios y el cambio constante de puesto de trabajo disminuyen la motivación y pueden dar como resultado un riesgo para la persona atendida, además de abandono de la profesión. Si las profesionales se sienten bien tratadas en el ámbito laboral se evita su fuga hacia otras profesiones y el resultado asistencial mejora. Un informe publicado recientemente sobre la situación de las enfermeras en el Reino Unido alerta también de esta situación en uno de los países más avanzados en desarrollo enfermero.
4. Reconocer la categoría profesional de especialista y aumentar las plazas para cursar especialidades enfermeras
Es importante poner en valor las especialidades reconocidas y los conocimientos enfermeros acreditados con másteres y/o posgrados y correlacionarlos con los puestos de trabajo. Esto requiere crear la categoría profesional de especialista, aumentar las plazas para cursar las seis especialidades acreditadas e iniciar la especialidad de cuidados medicoquirúrgicos.
5. Potenciar el crecimiento profesional y el desarrollo de competencias propias
Es decir, poner en valor y correlacionar el desarrollo de las competencias enfermeras adquiridas en el grado, en las especialidades y/o en los puestos de trabajo, así como potenciar la toma de decisiones de las enfermeras y la autonomía profesional.
Esta medida debe acompañarse de la regulación de la prescripción enfermera, la prescripción de artículos ortopédicos, la prescripción de bajas laborales, etc., entre otras herramientas que permitan completar los procesos asistenciales, además de adecuar y regular la población asignada a la enfermera familiar y comunitaria.
6. Incorporar más profesionales de apoyo
Las enfermeras han de poder compartir las tareas técnicas y/o burocráticas con técnicos de cuidados auxiliares de enfermería (TCAE) y administrativos sanitarios para que el personal de enfermería disponga de más tiempo para desarrollar las competencias que le son propias.
La pandemia ha planteado un reto al sistema de salud para los próximos años: adecuar la oferta y la demanda de enfermeras de forma que se ajuste a las ratios y al modelo de cuidados que requiere una población con necesidades cambiantes, además de facilitar a las enfermeras herramientas y oportunidades que les permitan desarrollar al máximo las competencias que adquieren en la formación de grado y posgrado.
ENFERMERIA ES EL CORAZÓN DEL SISTEMA SANITARIO DE SALUD DE PERÚ Y DEL MUNDO 💙🇵🇪
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