La puesta en marcha de los comités de tumores, de eso ya hace unos cuantos años, significó una mejora notable en la coordinación de la entonces ya compleja terapéutica del cáncer. Aquel nuevo modelo de funcionamiento enseguida se mostró eficaz, quizás porque la metodología era sencilla. Un grupo de especialistas diversos, pero relacionados con un proceso clínico en concreto, se reúne para debatir sobre el plan terapéutico de un paciente. Se toman acuerdos, y cada uno de ellos se levanta de la mesa sabiendo cuál es su parte de compromiso en el global de la actuación. Fuera de este hecho puntual, la exitosa dinámica de los comités de tumores no pone en cuestión el tradicional modelo jerárquico hospitalario, hasta el extremo de que, modernamente, ha tenido que aparecer la figura de la "gestora de casos" para poder garantizar que el paciente no se pierda en el galimatías de agendas y departamentos de los hospitales.
En muchos hospitales, los comités de tumores más veteranos, como por ejemplo los de mama o los de colon, los han empezado a llamar "Unidades Funcionales", y con este empuje, estas unidades han ido integrando algunas nuevas funciones y competencias, aunque en su conjunto están lejos de ser consideradas "Unidades de Gestión Clínica" porterianas.