Escuché Víctor Lapuente en dos ocasiones hablando de políticas públicas y su capacidad analítica me encantó. Por este motivo, estos días de fiesta he aprovechado para leer su último libro "El retorno de los chamanes". Lapuente, doctor en ciencias políticas por la Universidad de Oxford y profesor de la Universidad de Gotemburgo, en este trabajo defiende la tesis que dice que la retórica del chamán divide la sociedad y paraliza el progreso, mientras que el de la exploradora (siempre lo escribe en femenino) une la comunidad y estimula el avance.
La Nueva Gestión Pública (NGP)
Los principios de la NGP están basados en resultados, por lo que los gestores públicos deberían tener más libertad, más poder y más responsabilidad. En este modelo de gestión de los servicios públicos, preponderante en los países nórdicos, el poder de la Administración se fragmenta y favorece que las iniciativas fluyan desde la base, con el fin de potenciar el trabajo en equipo, la participación y los mecanismos de prueba y error. Es un modelo que facilita que las exploradoras analicen resultados y propongan mejoras basadas en cómo funcionan las cosas en entornos reales.
Muchos chamanes defensores de las políticas públicas ven la NGP como una mercantilización o privatización, contraria a sus recetas encorsetadas por montones de reglamentos y controles. Según dice Lapuente, ahora los charlatanes se están apropiando del debate sanitario y eso hace que, incluso los detalles más técnicos puedan ser objeto de intervención directa de los políticos o del propio parlamento. Cada vez hay más leyes y menos gestión pública, y las exploradoras se quedan sin margen para proponer iniciativas. Los chamanes, por su parte, se han lanzado a una caza de brujas contra todo lo que suene a heterodoxia. Piden transparencia y orden, cuando el que los contribuyentes queremos es claridad y resultados.