Una de las ideas que ha sido más repetida recientemente en el sector sanitario es la de que faltan profesionales. Un estudio publicado recientemente muestra que en Cataluña, hasta el próximo 2023, faltarán 2.571 médicos y 3.263 enfermeras para dar cobertura a las necesidades de atención de la población, siendo esta falta especialmente acusada en determinadas especialidades (atención primaria) y en las zonas rurales. Parece que no se están incorporando suficientes profesionales para hacer frente al cambio demográfico previsto, que estima que en 2030 España se situará como el cuarto país del mundo con una media de edad más elevada en el conjunto de la población (50,1) y que en el año 2050 las personas mayores de 65 años representarán más de un tercio del total de la población española. Es razonable asumir que el envejecimiento de la población conllevará un aumento de la necesidad de recursos sanitarios y sociales.
Si se observan comparativamente las cifras de dotación de profesionales, podemos constatar que la tasa media de médicos en los países de la OCDE-36 es de 3,5 por cada 1.000 habitantes, mientras que en España es de 3,9 médicos por cada 1.000 habitantes, situándose por encima de la media. En Cataluña, la tasa es aun superior (4,8 médicos por cada 1.000 habitantes). Por el contrario, si nos fijamos en los profesionales de enfermería, vemos que España se sitúa en 5,7 enfermeras por cada 1.000 habitantes y Cataluña en 6,09 por cada 1.000 habitantes, por debajo de la media (8,8). Así pues, tenemos más médicos y menos enfermeras que la media.
¿Qué hay detrás de la aparente falta (o exceso) de profesionales?
¿A qué se debe la alarmante percepción de falta de médicos? Uno de los factores que debe considerarse es a qué dedican su tiempo de trabajo los profesionales asistenciales. Diferentes informes publicados recientemente, como el de Medscape, constatan que un importante porcentaje del tiempo asistencial de los médicos se destina a tareas administrativas sin valor clínico, lo que además podría tener un impacto en sus niveles de satisfacción y realización profesional. La mitad de los médicos de los países considerados en el estudio destinan entre 10 y 24 horas semanales a tareas administrativas, por lo que estamos ante un problema que no es exclusivo de nuestro país.
Si observamos qué están haciendo estos países para lidiar con el problema (¡copiar es de sabios!), encontramos como eje central la redefinición de los roles profesionales y de los modelos organizativos: reinventar el funcionamiento de las consultas médicas para conseguir que cada profesional se centre en maximizar su valor añadido eminentemente clínico, actuando en su top-of-license practice para conseguir así que todos sientan que aportan sus conocimientos y competencias al límite.
Propuestas de actuación
En primer lugar, podemos incorporar nuevos perfiles profesionales, como los asistentes clínicos, que contribuyan a descongestionar a médicos y enfermeras de tareas administrativas. Estas figuras empezaron a incorporarse en Estados Unidos y están ampliamente extendidas e integradas en las consultas de otros países, efectuando funciones como rellenar formularios de anamnesis, realizar programaciones o cumplimentar informes predeterminados, siempre bajo protocolo y con formación previa. Experiencias como la del estado de Colorado (EE.UU.), publicada en un post anterior en este blog, muestran aumentos de productividad y disminución del burnout como resultado del desarrollo de este tipo de programas de descongestión en médicos y enfermeras. En el Reino Unido, el informe Closing the gap estima que en el NHS los general practitioners dedican un 11% de su tiempo a tareas administrativas, por lo que si un 50% de las mismas fueran asumidas por otros perfiles profesionales, como los asistentes clínicos, se podrían liberar el equivalente a 1.600 médicos de atención primaria en el Reino Unido.
Yorkshire and Humber – “Toblerone Model” |
En segundo lugar, podemos aumentar las competencias de profesionales que ya están presentes en el sistema, como ocurre con el colectivo de enfermería. Estas profesionales pueden extender su rol en el manejo de enfermedades crónicas a las actividades de promoción de la salud o al empoderamiento de las familias, entre otros campos posibles. En el ámbito de la atención primaria, la ampliación del rol de la enfermería, junto con la incorporación de nuevos perfiles a los equipos (fisioterapeutas, farmacéuticos, trabajadores sociales, etc.), puede generar situaciones alternativas con outcomes comparables y menor coste. Los médicos seguirán siendo esenciales para el diagnóstico y el tratamiento de la enfermedad, pero contarán con el respaldo de equipos de soporte para el manejo de las enfermedades crónicas. En esta línea, el informe Reshaping the workforce to deliver the care patients need ejemplifica una experiencia del NHS que apuesta por un cambio en la composición de los equipos de atención primaria (el "Modelo Toblerone"), evolucionando del actual modelo intensivo en médicos a un esquema con más profesionales de soporte y menos profesionales clínicos. En el ámbito hospitalario, algunos ejemplos de roles avanzados pueden ser las enfermeras de anestesia, los asistentes quirúrgicos o los técnicos en ecografía, entre otros.
Para finalizar, deseo destacar que hay margen para aprovechar más el potencial de las nuevas tecnologías en la optimización de los recursos y un mejor acompañamiento al ciudadano y que estas requieren profesionales sanitarios formados y con las correspondientes habilidades digitales para monitorizar enfermos crónicos mediante apps, ayudarles a manejar los wearables, gestionar una interconsulta telemática entre profesionales o complementar diagnósticos mediante inteligencia artificial, entre otras actuaciones importantes desde el punto de vista sanitario. Deberíamos plantearnos quién va a ejercer estas actuaciones, si no las está ejerciendo ya, y qué competencias se requieren para que lo haga de forma adecuada.
¿Faltarían profesionales si fuéramos capaces de hacer todo esto? ¿Cuáles? Maximizar el valor que aporta cada uno de los distintos profesionales sanitarios (actuales y futuros) en el marco de la atención sanitaria repercute en un mejor uso de los recursos disponibles, una mejor atención al paciente y una mayor satisfacción de los profesionales. Con independencia de si faltan o sobran médicos.
Añadir la gran cantidad de actos médicos de escaso valor e, incluso, perjudiciales por su escasa evidencia científica y ética, puesto de amnifiesto en las propuestas de "No hacer", Choose Wisely, Medical Reversal, cribados poblacionales innecesarios sin prevención cuaternaria, Disease Mongering, síndrome del barquero, ausencia de cultura paliativa, encarnizamiento médico, corrupción médica y farmacéutica (negocio), medicalización de la vida, futilidad diagnóstica y terapéutica, Ley de Cuidados Inversos, etc, etc, etc. Si tuviéramos en cuenta etsos conceptos, claro que sobraríamos médicos.
ResponderEliminarEn España hay Técnicos Superiores de Documentacion Sanitaria. Excelentemente formados el curriculum fel ciclo está muy bien formulado. La cuestión es nadie les contrata.
ResponderEliminarEl problema está en la rígida y desfasada normativa de recursos humanos del SNS Español. Los técnicos de documentación, logopedas, terapeutas ocupacionales y muchas otras opciones incluso la simple reconversión son una “ odisea” para cualquier gestor sanitario que quiera “ redistribuir” y gestionar de verdad y de acuerdo a la realidad asistencial.
EliminarApuesto por este modelo Toblerone. Pero formación específica reglada ya!!
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