El
artículo seleccionado de JAMA (Volpp 2012) dice en su introducción (traduzco):
Muchos de los servicios sanitarios ofrecidos en los Estados Unidos son de bajo
valor, lo que significa que el coste de la prestación de estos servicios es
demasiado elevado en relación al beneficio para la salud que aportan. En
algunos casos la atención recibida puede no tener ningún valor o, incluso,
puede ser perjudicial. Ejemplos de servicios de valor bajo o negativo incluyen
la cirugía innecesaria o el diagnóstico por imagen que no cambiará en nada la
gestión clínica del proceso. Se estima que el 30% de los 2,5 trillones de
dólares (billones nuestros) que Estados Unidos gasta en servicios sanitarios
aportan poco beneficio, por lo tanto hay una inquietud importante para mejorar
la eficiencia y la efectividad del sistema.
El sesgo
del statu quo
Este
artículo de Volpp me gusta porque plantea el asunto del statu quo. Y esto es oportuno porque hoy por hoy sólo estamos
acostumbrados a los debates sobre introducción de nuevas tecnologías, o nuevos
fármacos, y quizá por eso ya empezamos a valorar la oportunidad de la
innovación en términos de coste-eficiencia o incluso de coste-efectividad. Me
refiero a los 150.000$ de la introducción de trastuzumab en casos de metástasis de cáncer de mama por año de
vida ganado, o a los 370.000$ del uso de erlotinib
para casos de cáncer avanzado de páncreas (Weinstein 2010). Pero la pregunta
del statu quo es: ¿nos cuestionamos
el coste-efectividad de las actividades clínicas que estamos haciendo cada día,
o es que el statu quo de haber
conseguido una posición en la cartera de servicios ya las exonera de la duda?
Para
ilustrar esto del statu quo, y no ser exhaustivo, he elegido un par de ejemplos del campo de las actividades
preventivas y un par más del de las actividades asistenciales supuestamente
curativas.
Ejemplo 1 - PSA
Casi todas
las mutuas, tanto públicas como privadas, ofrecen a los hombres que ya han
cumplido 50 años la posibilidad de hacerse un test anual de PSA (Prostate Specific Antigen). No parece
que sea un test especialmente caro, pero ahora la controversia se centra en las
desventajas de la detección precoz, debido a que, según los expertos, no está
claro que ésta aporte más vida a los pacientes, pero sí parece, en cambio, que
el sobretratamiento que se deriva puede ocasionar nuevos problemas en su vida
cotidiana (incontinencia, impotencia). Los grupos de expertos claman para
informar bien de todo esto a los hombres antes de hacerse el test, pero las
mutuas, tozudamente, continúan ofreciendo el PSA anual en su cartera
preventiva, sin más consideraciones.
Por si
están interesados en esta cuestión les ofrezco el link del National Cancer Institute de EEUU.
Ejemplo 2 - Papanicolau
Si se
compara el coste del cribado anual
para cáncer de cérvix en relación al cribado bianual, el coste por año de vida ganado de la primera programación
es de 800.000$ respecto de la segunda (Weinstein 2010), y a pesar de saberse
este coste tan desproporcionado, muchas mujeres y muchos ginecólogos continúan
con la práctica habitual del papanicolau anual.
Ejemplo 3 - Seguimientos a largo plazo
Para este
ejemplo he elegido un tema de evaluación poco común: los seguimientos de largo
plazo de enfermos que han tenido en algún momento de su vida algún
procedimiento quirúrgico o médico importante. Resulta que en estas situaciones,
los especialistas aplican pautas de controles que la mayoría de veces no consta
que tengan ningún apoyo en la evidencia. Es habitual ver, en los hospitales,
enfermos con controles programados cada seis meses o cada año, con peticiones
de biomarcadores, resonancias o PET. Se trata del statu quo del gran consumo de la tecnología diagnóstica. ¿Estamos
seguros de que la aplicación de las pruebas diagnósticas para los seguimientos
de largo plazo es la adecuada, o más bien estamos ante casos claros de
sobreactuación?
Para
ilustrar un poco mejor este ejemplo he escogido un recorte de una de las 5
cuestiones (la que tiene el número 4) que la Sociedad Americana de OncologíaClínica recomienda que se deberían cuestionar.
Ejemplo 4 - Hospitalizaciones potencialmente evitables
John
Wennberg ha demostrado, sobradamente, (Wennberg 2010) que la disponibilidad de
camas de hospital en un territorio es el principal trazador de la cantidad de
ingresos hospitalarios que ocurren, y no lo es en cambio el rigor clínico en
los criterios adoptados sobre qué enfermos se cree que una estancia en el
hospital les puede aportar algún valor añadido. El asunto es claro: más camas,
más ingresos, al margen de otras consideraciones, incluso de las más puramente
clínicas.
Si hacemos
una estimación, con datos catalanes que son las que ahora mismo tengo en la
mesa, de los ingresos hospitalarios potencialmente evitables, nos encontramos
con cifras muy destacables que inmediatamente refinaré, porque a nadie se le
escapa que por muy buena gestión clínica que apliquemos, esta cifra nunca será
cero. Pues bien, si imaginamos que el conjunto de hospitales catalanes tuviera
un número de ingresos potencialmente evitables como los del cuartil de
hospitales catalanes que tiene las cifras más bajas (benchmarking puro), el sistema, y los enfermos, se podrían ahorrar
más de 30.000 ingresos hospitalarios al año. Pero en cambio el modelo de
financiación en los centros continúa pagando por alta, al margen de
consideraciones de idoneidad (cabe aclarar que esto ocurre no sólo en Cataluña,
sino en todas partes).
Discusión
Hoy he
querido hablar de un asunto que afecta a la parte nuclear del cor business de la gestión clínica. Y
por eso creo que es necesaria la introducción de un espíritu crítico sobre las
prácticas clínicas más comunes, porque debido al gran poder diagnóstico y
curativo de los recursos de los que disponemos, esta reflexión del statu quo debería imponerse con más
fuerza y no sólo por cuestiones de hipotéticos derroches, sino también por la
capacidad que tenemos de causar problemas añadidos a personas enfermas como
consecuencia de sobreactuaciones clínicas innecesarias.
Bibliografía
Volpp KG,
Loewenstein G Asch DA. Assessing Value in Health Care Programs. JAMA, May 23/30
2012; 307,20:2153-4.
Weinstein
MC, Skinner JA. Comparative Effectiveness and Health Care Spending.
Implications for Reform. NEJM 2010.326; 5:460-5.
Wennberg
JE. Tracking Medicine. Oxford University Press 2010.
El próximo
lunes 4 de febrero, continuando con la línea de la evaluación de programas
sanitarios, hablaré de cómo afrontar la idoneidad de nuevos modelos
organizativos y de nuevas actuaciones clínicas. ¿Qué valor pueden aportar?
¿Cómo se pueden financiar?
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