Recién converso al mundo Apple, me ha sorprendido que en mi iPhone
apareciera, sin solicitar mi aceptación, una app de salud muy básica, pero a la
que se le adivina un gran potencial. Pasados unos días, cuando estaba dándole vueltas a la aplicabilidad de la herramienta, he leído la noticia de que Mayo
Clinic de Rochester ha anunciado que su estrategia de historia clínica personal pasará a partir de ahora por esta app de Apple, lo que conlleva que desmantelan la
actual y la van a mantener sólo para Android. Mayo Clinic es
uno de los hospitales americanos que más claro tiene, junto con Cleveland
Clinic, que la nueva sanidad es global.
Con dicha información en mente, se me han ocurrido un par de preguntas: ¿hasta qué punto tiene sentido que gastemos esfuerzos en las carpetas personales de salud? ¿Los ciudadanos utilizarán las apps de salud? Hasta ahora la controversia se centraba en franjas de edad y niveles de formación, pero por suerte McKinsey publicó, recientemente, un excelente estudio internacional en el que en 5 puntos se desmitifican las creencias actuales: Healthcare’s digital future. Stefand Biesdorf, Florian Nierdermann. McKinsey&Company. Insights & Publications. June 2014
Con dicha información en mente, se me han ocurrido un par de preguntas: ¿hasta qué punto tiene sentido que gastemos esfuerzos en las carpetas personales de salud? ¿Los ciudadanos utilizarán las apps de salud? Hasta ahora la controversia se centraba en franjas de edad y niveles de formación, pero por suerte McKinsey publicó, recientemente, un excelente estudio internacional en el que en 5 puntos se desmitifican las creencias actuales: Healthcare’s digital future. Stefand Biesdorf, Florian Nierdermann. McKinsey&Company. Insights & Publications. June 2014
Pero si esto es así, ¿por qué no se utilizan
mayoritariamente las apps de salud? Más allá de unos cuantos naif que las
compran, y que después no las utilizan más allá de un mes, ya que, según parece, les reportan pocas ventajas, la extensión de las apps es casi anecdótica. La respuesta está seguramente en un artículo que
publicó NEJM hace dos años y que, utilizando los aprendizajes de la banca, pone el acento en la reingeniería de
procesos sin la cual la informatización no sirve para nada: Jones SS, Heaton PS, Rudin RS, Schneider EC. Unraveling the IT Productivity Paradox.
N Engl J Med 2012; 366:2243-2245
Y mi duda es: ¿vamos a asistir, al fin, a una aceleración en la informatización, o mejor dicho en
la industrialización sanitaria, o continuaremos sumidos (en nuestro entorno) en la desesperante lentitud provocada por la
ausencia de abordaje de los cambios estructurales necesarios en este tema, y en
otros muchos?
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